

María Luisa Gutiérrez
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María Luisa Gutiérrez
María Luisa Gutiérrez (Guadalajara 1973) recoge hoy el Premio Covite por su labor como productora al frente de la película 'La infiltrada', galardonada con dos ... premios Goya. «Es un revulsivo saludable contra la desmemoria», sostiene esta empresaria audiviosual, encantada de volver a San Sebastián y una apasionada de la historia reciente.
–Cuando recibió los premios Goya, se los dedicó a Covite. ¿Por qué?
–Yo llamé a Consuelo cuando estábamos rodando la película e íbamos a recrear el atentado de Gregorio Ordóñez para pedirle permiso a ella y al resto de la familia. Desde el primer momento y sin saber prácticamente de qué iba la película, ella dijo que, por supuesto, que todo lo que fuera retratar lo que sucedía aquí era importante. Cuando la película estaba hecha, a los primeros que llamamos fue tanto a Consuelo Ordóñez como a la viuda, a Ana Iríbar, y al hijo para que la vieran, porque queríamos tener la certeza de que no había ningún plano que ellos quisieran que quitáramos. Desde el primer momento nos dijeron que no se iban a meter a nivel editorial y que lo que nosotros consideráramos era positivo.
–En esta historia, ¿cuál fue la chispa que le atrajo?
–Yo nací en el 73. No he vivido la dictadura. No la he vivido en mis carnes, no tengo uso de razón de lo que fue una dictadura, pero sí tengo uso de razón de esa 'normalización' que hacíamos con ETA. No vivía en el País Vasco, yo vivía en Guadalajara pero cada dos por tres se producía un atentado y se 'normalizaba' que ETA había matado. A mí me llega la historia a través de un policía que había estado en la lucha antiterrorista. Me llamó mucho la atención porque te preguntas: ¿por qué alguien que ni siquiera es del País Vasco, como esta mujer, es capaz de renunciar a su vida por la lucha antiterrorista, por el interés de la comunidad, y lo hace a cambio de nada? En el caso de esta chica era todavía más heavy. Tenía 20 años, la democracia estaba más que instaurada y de repente está dispuesta a dejar su pueblo, a dejar su familia, a dejarlo todo, por la lucha antiterrorista. Para mí era muy llamativo porque era el bien común a cambio de nada. Los sueldos de la Policía no son como para decir: me la juego y voy a ser rico. Me llamó mucho la atención, la verdad
–Esta mujer policía que se infiltró en ETA conoció el guión ¿Sabe si ha visto la película?
–A ella le hicimos llegar el guión antes que a nadie, pero nunca directamente. Yo no he tenido o directo. Ni yo ni ninguno de los productores con ella. Sí vi a alguno de los policías que la conocen. Entonces le hicieron llegar y le dieron mi móvil y mis datos para que me pudiera localizar si quería. No se ha querido poner en o con nosotros. No ha buscado absolutamente ningún tipo de filtro ni a favor ni en contra. Esa es la realidad.
–¿Sabe si ha visto la película?
–No lo sé.
–Durante muchos años aquí ha predominado el silencio. Desaparecido el terrorismo ha aflorado una eclosión creativa sobre el género, ¿En qué medida eso contribuye a poner el foco en lo que ha sido la memoria reciente de este país? ¿Se corre el riesgo de banalizar lo que fue ETA?
–Hablar de la historia de un país siempre es sano. Todos los países tienen episodios negros, ¿no? Y para mí es muy importante que la gente joven recuerde. Yo siempre pongo el mismo ejemplo. Nací en 1973 y en los libros de texto que yo estudié nunca se estudió la Guerra Civil. Jamás. Por eso esta película puede ser un revulsivo saludable contra la desmemoria, sobre todo entre los jóvenes. Me imagino que tiene que haber un tiempo de duelo, ¿no? Porque al final hay mucho dolor, hay muchos afectados. Pero en el fondo, por ejemplo, Alemania nunca ha tenido ningún problema de hacer películas y de hablar en los colegios de la barbaridad nazi. Es importante contar la historia. Además, tenemos libertad para que cada uno la cuente desde el punto de vista que quiera. Y que el espectador decida. Entonces me parece sano que no se eche tierra sobre episodios que queremos enterrar.
–La película toca un tema sensible sin herir ninguna sensibilidad. ¿Cómo logra ese equilibrio?
–El hacer una historia de este tipo sin tocar determinados ángulos que pueden resultar más conflictivos, era bien complicado. Para mí era lo más difícil. Siempre decía que esta película tenía mucho riesgo porque para mí, si no le hubiera gustado a las víctimas, si no le hubiera gustado a los vascos, o si algún partido político la hubiera hecho suya, hubiera sido un riesgo de que algo habíamos hecho mal.
–¿Cuál ha sido la fórmula del éxito?
–Trabajar mucho con todo el mundo. Es decir, hablar mucho con vascos, vascos de diferentes ideologías, hablar mucho con las víctimas, hablar mucho con la sociedad. No con los políticos, con la sociedad. Ha sido un poco el éxito de que en el País Vasco la película funcione. La verdad es que si normalmente en el País Vasco se consume un 9% de las películas españolas, en el caso de 'La Infiltrada' ha llegado a un 11%, con lo cual lo hemos superado y eso es un éxito. La gente ha tenido ganas de verla y además la crítica ha sido positiva.
–¿De verdad piensa que este dato puede contribuir a deslegitimar el uso de la violencia en las futuras generaciones en Euskadi?
–Yo creo que desde luego puede ayudar a que la gente joven vea lo que fue el terrorismo. Y que esta mujer policía se implicó en ello para conseguir que hubiera libertad en Euskadi, para que en una misma mesa cada uno pueda decir lo que quiera o lo que piense, sin miedo a que le puedan pegar un tiro en la nuca a él o a su familia. Sinceramente me parece lo más importante.
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