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«Las víctimas nunca hemos buscado la venganza». Con esa constatación, tan sencilla como de enorme calado, María Soledad Chávarri, hija de Miguel Chávarri Isasi, ... jefe de la Policía local de Beasain, asesinado por ETA el 9 de marzo de 1979, abrió ayer en Vitoria el acto organizado por el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo en vísperas del Día Europeo dedicado a honrar su memoria. Una efeméride que, en el aniversario del 11-M en Madrid, la matanza más sangrienta cometida hasta entonces en el continente, recuerda a todos los asesinados y heridos en atentado terrorista. Que sirve para poner de relieve también el desamparo social e institucional que sufrieron las víctimas hasta hace relativamente poco. Lo recordó el periodista Gorka Landaburu, presentador del acto y víctima de ETA, cuando lamentó que la sociedad vasca no siempre estuvo «a la altura de las circunstancias». «Tardó en reaccionar. Por miedo, por recelo, por mirar hacia otro lado o por simple cobardía».
Un día antes del homenaje institucional de hoy en San Sebastián, el Memorial quiso sumarse con un acto sencillo y emotivo, al que asistió una nutrida representación política e institucional. Estuvieron el alcalde de Vitoria, Gorka Urtaran; el diputado general de Álava, Ramiro González; el delegado del Gobierno, Jesús Loza; Enrique Uribarri, representante de la Secretaría de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación del Gobierno vasco, familiares de víctimas y representantes de todos los partidos excepto EH Bildu. Al hotel vitoriano en el que se celebró el acto, se acercaron, entre otros, la portavoz del PNV en las Juntas alavesas, Izaskun Moyúa; el teniente de alcalde de Vitoria Peio López de Munain (PSE), el parlamentario popular Carmelo Barrio, la parlamentaria de Elkarrekin Podemos Pili Zabala -su hermano Joxi fue asesinado por los GAL-, y el portavoz de Ciudadanos en Euskadi, Luis Gordillo.
María Soledad Chávarri, Hija de Miguel Chávarri Isasi
María José Rodríguez Pato, Hermana de José Arturo Rodríguez
Cuatro víctimas que perdieron a familiares cercanos a manos de la barbarie etarra y del fundamentalismo yihadista relataron, desde una perspectiva profundamente humana, cómo vivieron ese desgarro y compartieron su decisión personal de no vivir con odio. «El odio te amarga el carácter y la vida. Solo faltaba que después de lo que nos habían hecho nos dedicáramos a odiar», explicó Chávarri, que tenía 17 años y dos hermanos pequeños cuando ETA asesinó a su padre en los tiempos del 'algo habrá hecho'. Le dispararon nueve veces mientras leía el periódico en su despacho y el atentado, que ya está prescrito, es uno de los más de 300 crímenes de ETA que siguen sin esclarecerse. Hoy, María Soledad se dedica a contar su experiencia en las aulas de La Rioja, como participante en el programa de víctimas educadoras, y dice darse por satisfecha si uno solo de los alumnos reflexiona sobre la ausencia de justificación del terrorismo.
«El esfuerzo habrá merecido la pena», subrayó Chávarri, que en sus charlas denuncia también los 'ongi etorris' en los que se recibe «como a héroes» a los etarras que salen de la cárcel «con homenajes, danzas y a veces hasta un cohete por cada asesinato que han cometido». «Yo les digo a los alumnos, ¿os imagináis que se recibiera así a los terroristas de los atentados de Barcelona y Cambrils? ¿O a los violadores y pederastas?».
También tomaron la palabra tres víctimas del yihadismo y por primera vez se homenajeó en un acto público a las víctimas del atentado suicida de Yemen en julio de 2007, que segó la vida de siete turistas españoles, entre ellos los vascos Maddi Álvarez Calleja, Mikel Essery y María Asunción Vitorica. Al borde de las lágrimas, Blanca Calleja, la madre de Maddi, que tenía 24 años cuando fue asesinada, habló por primera vez en público de su pérdida. «En nuestras manos está elegir si queremos ser recordados por amar o por odiar», dijo.
Juan Benito Valenciano, Padre de Rodolfo Benito
Blanca Calleja, Madre de Maddi Álvarez Calleja
Juan Benito Valenciano recordó a su hijo Rodolfo, un ingeniero industrial de 27 años asesinado en los atentados del 11-M. Dos meses después de su asesinato, la familia creó la Fundación Rodolfo Benito Samaniego, que ya ha cumplido casi quince años de actividad. María José Rodríguez Pato rememoró el asesinato de su hermano José Arturo el 12 de abril de 1985, en un atentado con bomba contra el restaurante 'El Descanso' en las afueras de Madrid, la primera incursión en España del yihadismo, que provocó 18 muertos y más de cien heridos. «Pero nadie se acuerda. Es como si no hubiera existido», lamentó María José ante los presentes.
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