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Jugador de la Real
Ander Barrenetxea: «Nunca me he sentido con tanta confianza como ahora»La historia de Barrenetxea (Donostia, 2001) es el vivo reflejo de la constancia y la superación. Hace unos meses apenas podía correr y medio año ... después está marcando diferencias. Lleva tres tantos desde enero y viene de sellar ante el Real Madrid un triunfo clave en el camino hacia la Champions. ite que lo ha pasado muy mal, que llegó a dudar de si volvería a ser el de antes, pero ahora que lo ha conseguido luce una sonrisa de oreja a oreja.
– Se le ve feliz de la vida...
– Estoy muy contento. Con ganas de que no acabe la temporada.
– ¿Qué le ha enseñado pasar todo 2022 en blanco?
– En casa ya me habían inculcado los valores de perseverar y no bajar los brazos, pero cuando te pasa algo tan grave comprendes que en el fútbol hay cosas peores que jugar un mal partido. Esa sensación de sentirte fuera del grupo y no saber si vas a volver a recuperar el nivel de antes es muy frustrante.
– Su lesión no fue nada común. ¿Eso la hizo más complicada?
– Así es. Si te rompes el cruzado sabes que son nueve meses y luego recuperar el ritmo. Es un trance duro pero ves que muchos lo han superado. En mi caso, me dolía la zona, no podía entrenar y no sabíamos por dónde tirar.
– Vayamos por partes, ¿cómo recuerda aquel 2 de enero de 2022 en el que se lesiona en Vitoria?
– Yo estaba perfecto y en esa jugada se me cayó un rival encima y me cogió en mala posición, abierto de piernas. Tenía la rodilla flexionada y me venció hacia abajo. Me dio un sartenazo en el isquio importante. Noté que se me rompía tres veces: crack, crack, crack... Enseguida pensé que tenía algo grave.
– Desde fuera la primera sensación fue de alivio cuando se supo que no era la rodilla...
– Yo no, porque al día siguiente ya me dijeron que me tenían que operar y que decía adiós a la temporada. Solo había visto pasar por el quirófano por una lesión de isquios a Dembélé, así que entendí que era grave.
– Enseguida le operó el doctor Lempainen, una eminencia en esas lesiones. ¿Cuándo nota que la recuperación no va bien?
– Pasé el verano trabajando en Zubieta y recuerdo que estaba perfecto. Corría, saltaba, esprintaba... Hacía todo con balón: conducciones, centros, remates... Estaba genial. Pero cuando arrancó la pretemporada y entré con el equipo empecé a sentirme mal. Cada día daba un pasito atrás. Me dolía un poco, seguía entrenando, no sabíamos si se me iba a pasar, si seguir forzando... Jugué 60 minutos contra el Athletic en la Euskal Herriko Kopa y acabé destrozado. Me dolía todo el cuerpo.
– ¿Y que le decía el médico que le operó?
– Que tuviera paciencia. Que se trataba de una lesión severa y que con el tiempo se iría el dolor. Pero no se iba. Así que seguí jugando con dolor hasta que dije basta a mitad de octubre. No era yo. No podía esprintar. En Vigo jugué 20 minutos y al día siguiente no me podía mover. Hablé con el médico y buscamos una solución.
– ¿Llegó a pensar en que tendría que dejar el fútbol?
– Tanto como eso no, pero sí que tuve serias dudas de si volvería a ser el de antes. De si me iba a quedar con ese dolor y esa limitación para siempre. Porque no podía ni correr. Estaba en casa y no podía levantar la pierna. Sentía una impotencia muy grande.
– Hasta que recala en la consulta de Jurdan Mendigutxia...
– Javier Barrera me lo recomendó. Sabía que era muy bueno en tema de isquios y noté un cambio milagroso. Primero me hicieron una infiltración para anestesiar el dolor y luego mejoré haciendo ejercicios isométricos, que han sido los que me han quitado el dolor.
– ¿Cuánto tiempo estuvo yendo?
– Casi dos meses. Empecé a finales de octubre. Iba todos los días por la mañana, hacía dos horas y me volvía. Las tres primeras semanas fueron en Zentrum Sport en Barañain, y a la tercera semana pasé ya a Tajonar. Eran ejercicios muy parecidos a los que hacía en Zubieta, pero la diferencia estaba en el proceso. Lo bueno es que al ser una época sin competición por el Mundial no tenía la presión de saber que el equipo me estaba esperando.
– ¿Coincidió con algún otro jugador en Pamplona?
– Con varios. Con Muniain, Sancet, Chimy Ávila, Budimir, Abde...
– ¿Cómo fue el regreso al trabajo con el grupo en Zubieta?
– Totalmente diferente al de verano. Empecé a entrenar la semana del partido ante Osasuna en Nochevieja y las sensaciones fueron muy buenas. A mitad de enero ya volví ante el Athletic.
– ¿Y ya está curado?
– Sí. Tengo que hacer unos ejercicios de por vida. Si estiraba la pierna me daba un pinchazo en el tendón, que era lo que me impedía correr. Ahora he aprendido a alargar esa zancada para correr sin problemas. A diario tengo que hacer diez minutos antes de entrenar y unos quince después. Los días después de partido tengo que hacer más para que el cuerpo se regenere.
– ¿Algún cambio más en hábitos de descanso o alimentación que haya necesitado?
– Todo ayuda. En la alimentación no tenía margen porque desayunamos y comemos en Zubieta, así que estamos muy controlados. Lo único la cena, pero como vivo con mis padres me la hacen ellos. Mi madre siempre ha sido muy pesada con la alimentación. Como no me gustaba la verdura me la metía en puré. ¡Anda que no habré comido purés en mi vida! Eso y lentejas, garbanzos, alubias... No me podía escapar.
– ¿El mejor consejo que le han dado sus padres?
– Que valore lo que he hecho y lo que supone estar a mi edad jugando en Primera División en el equipo de mi ciudad.
– Le habíamos dejado regresando ante el Athletic y en la siguiente jornada es titular en Vallecas y marca un gol. ¿Cómo fue ese momento?
– No fui consciente de que había marcado. No me dio tiempo ni a emocionarme porque me quedé con la alegría que tenían los compañeros por mi gol. Estaban más contentos ellos por mí, que yo por mí mismo. Eso fue lo que más ilusión me hizo de aquel gol.
– Llega febrero, están lesionados Gorosabel, Aritz y Sola y pasa a jugar de lateral derecho cuatro partidos, ¿cómo lo llevó?
– No fue fácil porque es un cambio grande para un extremo. Tampoco me sorprendió mucho porque en Zubieta entreno muchas veces de lateral cuando falta alguno y en algún partido ya había jugado de carrilero con marcadores adversos. Alguien tenía que jugar y tampoco había muchas opciones, así que traté de adaptarme y hacerlo lo mejor posible.
– Encima coincidió con la peor racha de resultados del equipo...
– Se juntó todo porque Merino y Silva también estaban lesionados. Jugué ante el Valladolid, Espanyol, Celta y contra el Valencia ya me cambió en el descanso.
– ¿Le dijo algo Imanol?
– No. En ese partido se me vieron las costuras y entendí perfectamente que fuese cambiado.
– ¿Por un momento pensó que podía ser una alternativa de futuro para esa posición?
– Nunca lo vi así pero nunca se sabe. Mira el caso de Zubeldia, que está jugando unos partidos de locos. Se ha convertido en uno de los centrales de la Liga.
– Pero la diferencia de extremo a lateral es mayor que la de pivote defensivo a central, ¿no?
– Sí, claro. Pero en el fútbol hay que estar preparado para todo porque si no te comen.
– ¿Qué le costó más como lateral?
– Que hay que estar muy atento y muy concentrado durante todo el partido: para seguir la línea, para tirar el fuera de juego, para encimar al contrario... Luego en los duelos individuales me defendí bien, pero todo lo demás exige un periodo de adaptación.
– Después de Mestalla estuvo un mes desaparecido hasta que sale contra el Elche y marca el tanto de la tranquilidad, ¿cómo llevó esa inactividad?
– Con la plantilla que tenemos es muy difícil, no ya jugar, sino entrar en la rotación. Lo llevé bien. Tenía tantas ganas de jugar que cuando entré contra el Elche salí a comerme el campo y a romperla. Cuando me encontré aquel balón ya sabía que la iba a meter. Vi a Oyarzabal solo a mi izquierda pero no me lo pensé y le pegué al palo largo.
– Desde ahí hemos visto al mejor Barrene. ¿Qué ha cambiado?
– La confianza. Después de ese partido fui con la sub-21 y me vino muy bien en cuanto a moral. Regresé como una moto.
– En este mes y medio ha marcado el gol al Madrid, el que forzó a Herrera ante Osasuna y se le ha visto desequilibrar más que nunca...
– Desde que subí al primer equipo nunca me he sentido con tanta confianza como ahora. Veo que los demás confían en mí y eso es importante. Ya no soy aquel chavalín que hacía tres cositas. Ahora siento que juego porque me lo merezco y que estoy en condiciones de aportar como los demás.
– Qué bien se le da el Real Madrid. Le ha marcado dos goles y aquella asistencia a Isak en la Copa en el Bernabéu...
– Es que contra los grandes me encanta jugar. Son partidos especiales. Y me vienen bien porque dejan más espacios y puedo explotar mejor mis condiciones. Además ahora, tal y como está Silva, te da unos caramelos que no puedes desaprovechar.
– ¿Qué valoración hace de una temporada que tenía perdida?
– Si al final lo haces bien parece que has hecho un temporadón, pero en mi caso no creo que haya sido buena porque me he perdido la mitad. Pero le he dado la vuelta y valoro mucho eso.
– ¿Se ve algún día siendo titular?
– Espero que sí. Ese es mi objetivo, ser titular en la Real. Como Oyarzabal, por ejemplo. Sé que es muy complicado pero es mi meta y para eso queda mucho.
– Lo digo porque lleva 109 partidos oficiales como txuri-urdin y solo 40 de titular. Hasta ahora ha sido más un revulsivo...
– Es así, pero la titularidad te la tienes que ganar en el día a día y luego en los partidos hacerlo muy bien. Aquí nadie regala nada.
– ¿Cree que muchas veces olvidamos que solo tiene 21 años?
– No me molesta, pero a veces oigo hablar de promesas en el fútbol que son mayores que yo. Y a mí me consideran un veterano. Es normal cuando debutas tan joven. Yo me exijo bastante más de lo que me exige la gente.
– ¿Por qué es más difícil para un canterano hacerse un sitio en la delantera que en la defensa?
– Para jugar arriba necesitas mucha personalidad. Ser un jetas en el campo. Y en Gipuzkoa no tenemos ese carácter. Oyarzabal, porque tiene la cabeza que tiene, y yo porque soy un echado para adelante. Pero no es fácil, no.
– ¿Cómo ve a Kubo y a Cho?
– Kubo lleva la bola cosida al pie. No he visto a nadie que la lleve tan pegada. No se la puedes quitar. Luego es muy eléctrico, muy rápido, tiene mucha calidad... No me han sorprendido los números que está haciendo porque ya me enfrenté a él cuando era infantil y le conocía. Cho es una bestia, un toro. Cuando echa a correr no le puedes pillar y luego define muy bien. Es un jugador top.
- ¿Cómo de cerca ven la Champions League?
- Bastante, pero hay que rematar el trabajo. Estamos todos con tantas ganas que no se nos puede escapar.
- ¿Ganar al Girona sería casi definitivo?
- Sería muy importante, pero yo no me fío de nadie. El Villarreal tiene un equipazo y hasta que no sea matemática nuestra clasificación, no lo descartaría. Por eso tenemos que salir en cada partido a muerte.
- ¿El encuentro del sábado es uno de esos caramelos envenenados?
- Yo así lo veo, porque el Girona es uno de esos equipos que para el aficionado no tiene nombre, que espera ganar fácil, pero luego se complica. Me encantó el partido que jugaron en Montilivi en la ida. Es de los equipos que mejor juega de la Liga y luego tiene jugadores de mucho nivel. Por algo es el tercer mejor conjunto de la segunda vuelta.
- ¿Qué me dice de Imanol, con el que ha compartido todos estos años en el primer equipo?
- Han sido cinco años muy intensos, pero es que si no tienes a todo el equipo enchufado, tanto en los entrenamientos como en los partidos, es muy difícil conseguir lo que estamos consiguiendo. Son cuatro años seguidos en Europa. Es una locura que sin él habría sido imposible lograr.
- ¿Qué le diferencia de otros entrenadores? Hasta los que no juegan hablan bien de él...
- Es que le sientes en la oreja -risas-. Es el entrenador perfecto para la Real Sociedad. A los de casa nos mete mucha caña y eso nos permite crecer. Con los de fuera hace buenas migas y consigue que estén a gusto. Es muy buen tío y es muy fácil llevarte con él. Además, transmite muy bien lo que quiere y te da las herramientas para ganar los partidos. Está consiguiendo lo que no se ha conseguido nunca en la Real.
- ¿Un deseo para estas cinco jornadas?
- Acabar cuartos y meter dos o tres golitos más para cerrar bien la temporada.
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