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Lágrimas y cánticos en el silencio de Sevilla. Era ya Domingo de Resurrección, más allá del toque de queda, cuando los realistas residentes en ... Sevilla empezaban a asimilar lo ocurrido en La Cartuja. Pasión y sentimiento a flor de piel. José Carrasco, de la peña Nazarena; Ion Urrestarazu, de la peña El Sur más el centenar de aficionados de la Real en la ciudad de la final seguían frotándose los ojos porque Sevilla es desde ayer otro hito en la historia del club. «Hay partidos que dejan recuerdos imborrables, de esos que los aficionados guardan en su lugar preferido de la memoria. Basta con tener enfrente a un rival que te obligue a explorar tus límites y salir airoso de esa aventura. Esta final es uno de ellos. Queda grabado en el corazón», advertía José Carrasco a la conclusión de una larga jornada que había servido para sellar lazos de unión con otros guipuzcoanos de la Real Sociedad residentes en Sevilla y alrededores. Todos ellos se juntaron a mediodía en el bar la Esquinita del Puente y ya no se separaron hasta el final de la primera parte del partido, cerca del toque de queda. O esa es por lo menos la versión oficial... A los txuri-urdin se unieron aficionados del Athletic. Si ya armaron bullan ese centenar, es difícil imaginar qué hubiera sido con 60.000 vascos en las calles de Sevilla. Imposible guardar silencio en una jornada de recogimiento como es el Sábado Santo. «Poder vivir con mi padre una final por un título ya es un regalo. Ganarlo....», confesaba entre lágrimas este sevillano de nacimiento, de 31 años, hijo de un irunés que se trasladó a Sevilla para trabajar como traductor en el pabellón de Francia en la Expo de 1992 y ya no regresó a Gipuzkoa.
José Carrasco, Peña Nazarena
Qué decir de Ion Urrestarazu, otro de los embajadores de la Real Sociedad en Andalucía. Él estuvo en la semifinal de Miranda. «Recuerdo que nada más acabar aquel partido, me fui a dormir al hotel, porque al día siguiente debía conducir. A la una ya estaba en la cama. Pero la adrenalina acumulada durante el partido me despertó a las 5.30. Así que me levanté, y al volante. Todas las señales que veía en ese momento, me llevaban al título...».
Que sea en Sevilla le llena, una ciudad que le acogió con los brazos abiertos hace 13 años. Su peña El Sur, de 40 , se propuso que el resto de peñas de la Real les enviaron sus bufandas para colocarlas en La Cartuja. Y cumplió. Ese guiño de apoyo al equipo se concretó en el comedor del hotel. «Gestos como éste son los que hacen grande a un club. Se pueden tener más o menos títulos pero cuando el aficionado tiene estos detalles la hacen muy grande», advertía.
Urrestarazu vivió una jornada de «muchas emociones». A primera hora se acercó al hotel de concentración de la Real donde pudo vivir unos momentos «inolvidables» con los más grandes de la Real. Pudo charlar con Arconada y López Ufarte, «un sueño para cualquier aficionado de la Real». Su teléfono móvil echaba humo en ese momento, como lo lleva haciendo los últimos días porque este donostiarra lo mismo te enseña los rincones de Santa Cruz que te descubre las parroquias en las que con más fervor se vive la Semana Santa. «Sin duda ha sido una final muy especial, con las emociones a flor de piel, porque al no haber público en las gradas eso ha hecho que todos nos unamos más a través de los grupos de WhatsApp, las redes sociales... Sevilla quedará para siempre en el recuerdo de los aficionados de la Real». Como todos, siguió la final por televisión desde su domicilio. Él también es de los que cree que por encima de las individualidades, la solidez, determinación, talento y afán de superación de la Real hay algo «muchos más grande como es el sentimiento».
Ion Urrestarazu, Peña El Sur
En casa de la familia Valverde, sevillanos con sangre txuri-urdin, también emociones a flor de piel porque a aquella Real campeona de los ochenta que a tantos enganchó le sucede una nueva generación de jugadores.
La ciudad seguirá oliendo hoy a azahar, pendiente de si la Maestranza acoge las primeras corridas con aficionados en las gradas, cuando los aficionados de la Real Sociedad alojados en el hotel que está dentro de La Cartuja abran los ojos si es que han podido conciliar el sueño. El Exe Isla de La Cartuja tiene habitaciones para sus huéspedes con vistas al terreno de juego y dos realistas, Pitu y Tato, que son propietarios de una firma que trabaja por Andalucía optaron por reservar dos noches, coincidiendo con la final. «Estábamos trabajando por esta zona de Andalucía con algunos clientes y no dudamos a la hora de elegir hotel en Sevilla», relatan. Sus gritos de ánimo en el transcurso del partido retumbaron dentro del estadio. Ellos tampoco lo olvidarán. «Es la única ventaja que da ser autónomos...», advertían con la sonrisa picarona de quienes encontraron un resquicio para ver la final entre tanta dificultad.
«La Real ha demostrado que está más viva que nunca», coinciden. «De lo que se trata ahora, y más con la perspectiva de un regreso a Europa que obligará a reforzar la plantilla es de aprovechar la ocasión histórica que se presenta para dar un nuevo giro a la institución y ponerla en el siglo XXI. Las bases están puestas».
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