Secciones
Servicios
Destacamos
Apenas 100 horas para que dos generaciones de realistas disfruten por fin con un equipo campeón. Y se enganchen a ese eslabón de la Real ... de los ochenta que cosechó títulos en Liga y Copa. 34 años son demasiados para esos miles de seguidores que solo conocen una Real alejada de la gloria que muchos hemos podido vivir. Esta final va por ellos. Por los que no se han bajado de un viaje plagado de temporadas grises, disgustos y que durante décadas solo pudieron trazar objetivos menores.
Una final solo se juega para ganar. Renuncio a todo por levantar el trofeo. Es así de sencillo. No me vale eso de que juega mejor que el rival, que es el favorito, que tiene más calidad en el campo y bla, bla bla... La historia solo reconocerá a uno. La medalla de plata aquí es una nula recompensa. El subcampeón molesta, Ni tan siquiera vale el argumento de que se está forjando la Real del futuro. Una final es presente y punto.
Miro hacia atrás y reconozco, como tantos otros, que soy un privilegiado. He paladeado momentos, que saben aún mejor por llegar de uno de esos equipos que han alcanzado la grandeza con un grupo de canteranos que peleaban frente a molinos gigantes. Ligas, Copa, Supercopa, terrritorio Europa con frecuencia y hasta rozamos una final europea. Nuestra generación soñaba a lo grande. Luego volvimos a la tierra y hasta nos quemamos en el infierno. Ahora, los más jóvenes vuelven a defender este blanco y azul con la cabeza alta, como lo hicimos los adolescentes de los ochenta.
En Sevilla no estará esa afición que gozó en Gijón hace 40 años. Allí la memoria me traslada a sentir la lluvia durante el partido, ver el barro, sufrir de nuevo con la extra motivación del Sporting y recordar el éxtasis con el gol de Zamora que a mí me tocó en el otro área del Molinón. Fue mi primer momentazo Real. Tenía 18 años y nunca olvidaré aquel viaje en autobús con empleados y familiares del Banco Bilbao de entonces. Aquel título supuso descorchar la etapa de la Real moderna, la del futuro. Dejamos atrás la amarillenta del equipo ascensor, las telarañas de Puertollano y hasta el puñetero gol de Bertoni que nos había cerrado un año antes el camino hacia el título de Liga.
De la lluvia de Gijón, a los apretujones y el olor a puro en la grada del viejo Atocha en el segundo título de Liga. De ahí al silencio en el partido con el Hamburgo en 1983. Se escapó la final europea. Años después los mosquitos y el calor sofocante de Zaragoza. Esas son las fotografías de oro a la que habrá que añadir el sábado la imagen de La Cartuja. Seguro.
Esta final me hace recordar a mis héroes txuri-urdin. Los repaso desde esa primera vez que pisé Atocha con mi tío Antxon en 1970. No fue un buen partido. Empate a cero ante el Sevilla. La Real coqueteaba con los puestos de cabeza. Pinchó al final. Mi primer ídolo fue Mendiluce 'el Profe', del grupo de la leyenda del ascenso. Zurdo como yo. Y la camiseta con el número 10 me sirvió para quitarme de inmediato el feo traje de mi Primera Comunión en plena comida. El segundo cromo de nuestra generación sería Zamora. López Ufarte necesita otro hueco por ser nuestro Messi. Luego, Arconada por la mano en el penalti del 87 y mil cosas más. La fidelidad de Xabi Prieto y su aportación por devolver a la Real entre los grandes. Me encantaría que estas generaciones de realzales huérfanas de títulos encuentre a su icono, al jugador que durante décadas nadie olvidará. Yo tengo un par de candidatos. Es mi secreto. ¿Y el tuyo?
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Encuentran a una mujer de 79 años muerta desde hacía varios días en su domicilio
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
No te pierdas...
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.