Quienes hemos practicado un deporte como el atletismo sabemos muy bien que es vital gestionar las derrotas. Siempre llega un momento que alguien te enseña ... la espalda. Y le tiendes la mano al cruzar la meta. No hay otra.

Publicidad

Repaso las imágenes desde el pitido final de la final de Copa y encuentro escenas de comportamiento ejemplar. En caliente Muniain reaccionó modo capitán. Iñigo Martínez tuvo que escupir el veneno –también otros cuando le saludaron– y fue a felicitar al presidente de la Real. Un gesto.

Los flecos del título siguen volando días después. Llega el momento trompeta. Illarra sorprendió en la cena. Tocó en la intimidad. No en el campo cerca del rival caído. Y el alcalde de Bilbao reacciona con pataleta de perdedor. Dice que hay que tener respeto ¿¿ ?? Da a entender que solo Villalibre puede tocar la trompeta. Lo siento Louis Armstrong, Miles Davis, Cootie Williams... Os he eliminado de mi Spotify. Y a los barbudos os aviso, todos barbilampiños. La barba solo es para el búfalo.

Eso de perder tiene su miga. También el ganar. Quizás hasta cierta presentadora de televisión necesite aprender a modificar su gesto de haba desilusionada. Es cuestión de ensayar delante del espejo tras un disgusto. Y eso de eliminar de la parrilla un programa en función del campeón, es cuando menos patético. A las cinco de la tarde los invitados a ese programa –avisados días antes de la final– les llaman para pasar un test de antígenos. A las ocho llamada para decirles que el programa se suspende. Y ayer, a toda prisa, funden unos vídeos, imágenes corridas, y a intentar engañar a no sé quién. Así no.

Publicidad

Antes de estas perlas, mi columna iba a estar centrada en el secreto que no desvelé en el artículo escrito en una de las 468 páginas de la final de Copa publicadas por este periódico en un mes. El Zamora-Arconada del siglo XXI es MIKEL OYARZABAL. Of course.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión

Publicidad