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Las diez noticias clave de la jornada
Real Sociedad femenina

Goles y paradas para la eternidad

Kiana Palacios, Nahikari García y Mariasun Quiñones reviven con DV la Copa ganada hace hoy un año en una final en la que sus actuaciones fueron determinantes

Gaizka Lasa

San Sebastián

Lunes, 11 de mayo 2020, 07:05

Todos los 11 de mayo de sus vidas viajarán a Granada en sus corazones, marcarán o evitarán un gol, realzarán la Copa, rescatarán la gloria al celebrarlo y reforzarán su orgullo realista. Hoy lo hacen por primera vez desde la conquista del título en Los Cármenes. Kiana Palacios, Nahikari García y Mariasun Quiñones, protagonistas estelares de los momentos claves de la histórica final de la Real Sociedad femenina, rememoran aquella triunfal jornada.

Han vivido mucho en un año pero la memoria, selectiva, ha mantenido el recuerdo de la Copa siempre en primer plano. Nahikari podría incluso «recordar todo lo de aquel día desde la mañana hasta la hora del partido. Se me hace muy cercano. Pero han pasado un montón de cosas: el Mundial, vuelta a la Liga, un año de mucha madurez... A pesar de recordarlo como algo muy cercano, han pasado y cambiado muchas cosas».

Se les pide una primera imagen de aquel día a bote pronto, sin pensarlo, y atinan a la primera. Quiñones ve el fondo norte. «Se me viene el estadio lleno de gente. Yo que tenía la grada txuri-urdin de cara en la segunda parte, me quedo con cómo chillaban nuestros aficionados y cómo peleaban cada balón como si estuvieran dentro del campo. La llegada al estadio también fue espectacular, con bengalas, golpes, ánimos. Y el recibimiento de los que se quedaron. La gente lo sentía como propio. Estaban orgullosos de que les habíamos representado». Para Nahikari, «fue todo tan de película que a veces me cuesta creérmelo. Me quedo con la imagen de la muchedumbre. Mucha gente en todas partes, mucho reconocimiento. Nos abrumaba todo lo que había alrededor. Nosotras hacíamos lo de siempre, pero de repente estábamos en el centro de una historia, con mucha gente y mucha ilusión alrededor».

Kiana se queda con los rostros de las compañeras «primero cuando estábamos en el estadio, mirándonos unas a otras y transmitiéndonos que todas queríamos ganar ese partido. Mirando al reloj para ver cuándo iba a terminar aquello, animándonos a seguir en la lucha. Y luego en los abrazos tras el pitido final y en los bailes de esa noche. Aquello nos unió mucho».

Vivieron aquel éxito al máximo, pero, según confiesan, también han sabido aparcarlo. La guardameta de Hondarribia revela que «habré visto el partido entero dos veces más. Luego nos concentrábamos con la selección y nos vino bien para desconectar, porque era tanta la carga emocional de cada día que aquello permitió poder pensar en fútbol sin pensar en la Copa. Además, las futbolistas no podemos vivir del pasado. Tenemos que sentir y vivir el presente porque va a marcar el futuro».

Nahikari solo ha reeditado aquella final una vez, «ahora, en la cuarentena, gracias a la web de la Real. Fue tanta la saturación durante los días posteriores que acabamos agotadas. Fue muy bonito pero intenso. Prácticamente todas nos pusimos enfermas a consecuencia de un desgaste que venía desde la semana anterior. Fotos he visto muchísimas y en la habitación tengo alguna, pero vídeos pocos. Prefiero quedarme con lo que vivimos y sentimos en el campo, que fue mucho más real y puro de lo que podamos ver a posteriori».

Kiana lo ha visto cuando ha llegado a su casa de California. «Lo he visto aquí con mis padres, que estuvieron en el partido. Y según veíamos el partido, nos mirábamos con cara de sorpresa, pensando, ¡Uah, eso pasó! Fue genial».

Convencidas

Tratamos de darles un pase comprometido a ver si dudan, ahora que ha pasado un año. Pero nada. ¿Realmente se creían que podían ganar? Son rotundas al respecto. «Lo conseguimos porque realmente estábamos convencidas de que íbamos a ganar», asegura Quiñones. «Si nos hubiéramos dado por vencidas, hubiésemos salido al campo derrotadas. La ambición nos hizo ganar. Solo nosotras conocemos aquel sentimiento de poder y querer ganar. El reflejo de eso fue que cuando encajamos el gol, en vez de sentir lo de otros partidos, nos hicimos más fuertes. Nos hizo decir algo así como, 'ahora nos vais a ver', porque aquello era el reflejo de toda la semana». Nahikari recuerda que «a la hora de comer y en la merienda, la gente estaba con un sentimiento de que íbamos a ganar. Yo que había jugado finales y siempre en tensión, estaba muy tranquila porque veía a mis compañeras con confianza. Desde fuera, nadie se lo creía. Nos decían: 'habéis llegado a la final y ahora a disfrutarla'. Sabíamos que la gente no se lo creía, pero dentro del vestuario el ambiente era tan real que era imposible pensar que no íbamos a ganar. Recuerdo que tuvimos dificultades y contratiempos aquel fin de semana, pero la gente estaba diciendo que daba igual, que había que ir a lo nuestro. Ni la lesión de Itxaso, ni la baja de última hora de Maddi, ni la sorpresa en el hotel cuando pensábamos que había bufet y nos sirvieron en la mesa... No hubo ninguna queja». Kiana lo rubrica. «Yo sentí que nadie tenía dudas. Eso fue clave para que todas lucháramos con todo». La internacional mexicana protagonizó uno de los momentos clave de la final. Marcó el gol del empate dos minutos después de que el Atlético se pusiera por delante, en el 16 de la primera parte. Lo revive entre risas. «Yo también pensaba que no entraba. Una vez que noté que el chut me salía lento y no tan colocado como quería, iba a empezar a darme la vuelta para regresar a mi sitio, pero para mi sorpresa me di cuenta que el balón entraba y las compañeras venía a abrazarme. 'Bueno, vale', pensé. Lancé con toda la intención, pero no lo tiré bien».

Aquel gol revitalizó a la Real y el de Nahikari, ya en el minuto 60, lo elevó a los cielos. La urnietarra reconoce que «en aquel momento no me lo pareció, pero en la tele se ve una jugada muy elaborada, no solo con el centro de Kiana y la dejada de Leire, sino que viene de lejos y es bonita. Le pegué como pude. Tengo más la imagen de después. Vi el balón dentro y a partir de ahí a lo que surgiese. ¡A la grada y a las compañeras! Pero si algo tenía claro era que teníamos que seguir igual. No podíamos cambiar de forma de jugar ni de mentalidad. En el corro me dediqué a decir que había que seguir apretando, que nada de echar el culo atrás». Se ha establecido un paralelismo entre el gol de Zamora de El Molinón y en suyo. «El gol de todas, me ha comentado mucha gente. Es bonito. Va a estar ahí para siempre. Que se relacionen nuestros nombres es bonito. Hacía mucho que la Real no ganaba un título. Lo hemos comentado entre nosotras: seguramente la Real ganará más títulos y esperemos que nosotras también. Pero hay pocas cosas tan bonitas como la primera vez y este grupo queda ahí para siempre».

Quiñones no tuvo una acción clave. ¡Fueron tantas! Salvó al equipo en los últimos veinte minutos, donde las piernas ya se apagaban. «Recuerdo que Gonzalo había dicho en el vestuario que no era un día para disfrutar, sino para competir y pelear. Pues yo estaba disfrutando una barbaridad. Estaba tan metida en el partido... Me lo pasé tan bien, que para cuando miré al reloj era el minuto 90. Es el partido que más he disfrutado en mi vida. Calenté bien, tuve super buenas sensaciones desde el inicio. No me quedaría con ninguna parada sino con el conjunto del partido, sobre todo con la mentalidad. Si yo estoy reventada, pensaba, cómo estarían las jugadoras».

Si tuvieran que resumir en pocas palabras la final, Nahikari diría que «sufrimos mucho, corrimos más y creímos hasta el final. Esa fue la clave. Ellas jugaban mucho mejor que nosotras, pero fuimos mejor equipo». Quiñones destaca que «aunque el Atlético tuvo el primer acierto, no tiramos la toalla, mientras que cuando metimos el segundo, sí noté que ellas notaron la presión y les menguó». Kiana completa la descripción añadiendo que «fue el partido que luchamos unidas hasta el final, confiando las unas en las otras para ganar la Copa».

La celebración de después tuvo muchos capítulos, hermosos y emocionantes todos, pero puestos a rescatar algún momento mágico, Nahikari asume que «aunque entonces no lo valoras tanto porque estás cansada, lo de Alderdi Eder fue impresionante. Pocas veces he visto tan lleno el parque. Solo el día de la tamborrada. Tiene que pasar algo muy especial para que se junte tanta gente». Quiñones añade que «lo que nos queda es el grito de la gente, tener a las personas en el cogote. Había muchedumbre por todas partes». Aunque para la guardameta lo más especial fueron «las rutas por los pueblos. Es un detalle que nos hagan ese recibimiento en cada comarca porque muchas de las jugadoras es de donde hemos salido. Tenía otro encanto. Te hacía sentir cómoda». Kiana no estuvo de gira porque viajó a su país al día siguiente del recibimiento en Donostia, pero se queda con «toda la gente aplaudiéndonos fuera del autobús. Era algo increíble. Luego escuché que vinieron días muy duros. Todas me decían que estaban cansadas y querían dormir».

Todas guardan con cariño la réplica de la Copa. Todas menos Kiana. «Se la quedó mi padre en su cuarto y a veces voy a mirarla. Yo tengo las playeras de aquel día colgadas en mi cuarto».

«La mayor repercusión ha sido social; se nos reconoce mucho más»

¿Ha cambiado algo aquella Copa? ¿Ha dejado poso? La capitana lo tiene claro. «Donde más repercusión ha tenido ha sido en el aspecto social. Se nos reconoce y se nos valora mucho más. La gente quiere cada vez ver más el fútbol femenino. Te conocen por la calle y saben lo que has hecho». Quiñones añade que «la gente nos valora por lo que hemos conseguido, nos sigue dando la enhorabuena por todo lo que estamos generando en la sociedad, por ese paso a la igualdad». ¿Y en el club? Nahikari considera que «está habiendo un periodo de transición, aunque es difícil gestionarlo cuando se gana». «Estamos en el camino, para mi gusto a un ritmo un poco lento, pero dando pasos hacia adelante», remata Quiñones.

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