La Real no sobrevive a Gil Manzano

El extremeño, peligroso por naturaleza, desde que echó el balón a rodar pareció tener muchísimas ganas de liarla. Aramburu vio la amarilla en el minuto cinco por trastabillar de manera ligera a Jesús, estrella que salió a hombros como si el Villamarín fuera la Maestranza. La empresa resultó casi imposible en el veinte, cuando una pérdida absurda de Aguerd terminó en roja de Zubeldia. El azkoitiarra midió fatal, pero Jesús iba hacia fuera, quedaban 35 metros para que llegara a portería, Zubimendi corría en paralelo y Sucic por detrás. Gil Manzano se cargó el partido mandando al defensa a la caseta.

Tampoco estuvo valiente Trujillo Suárez desde la sala VAR, quizás por su actuación un día antes en El Sadar. Los vídeos de Real Madrid TV hacen daño, ensucian el deporte, lo embarran y generan un caldo de cultivo insoportable en un fútbol moderno que cada vez pierde más seguidores. El trencilla continuó completando una desastrosa actuación señalando penalti un forcejeo de Aihen con Antony. Estuvo tan horroroso que cortó varias veces el juego por estar mal colocado y no vio en directo la roja, ésta sí clara, de Becker, que pudo lesionar a Ortiz. La noche se convirtió en pesadilla.

La primera parte de la Real, vista desde el campo, fue más que notable. Con uno menos fue capaz de aguantar de pie incluso a un penalti, genialmente detenido por Remiro, pero es que además del ejercicio de supervivencia jugó una barbaridad con balón al son de Sucic, un talento asombroso que empieza a dejar baratos los diez millones de euros que pagó la Real por él en verano. El poderío físico y su arrancada dieron aire a la Real, que pasó a jugar 1-4-4-1 con Oyarzabal tirado a la banda derecha, Zubimendi y Sucic en el doble pivote y Becker como única amenaza al espacio para tratar de sobrevivir con diez.

El Betis, pitado por su hinchada una y otra vez al ver que tan solo le podía hacer daño a los realistas mediante Jesús, terminó el primer tiempo desesperado pese a la ayuda. Antes del fatal incidente con la expulsión, el propio Sucic robó alto, Brais conectó con Oyarzabal, frenado por Bartra y Llorente. Todo cambió en el minuto 20 puesto que Imanol metió a los suyos en bloque medio, pero sin renunciar a correr, algo absolutamente necesario para soportar tanto tiempo en inferioridad.

El partido se pudo poner aún más insoportable con otra jugada en la que la Real salió perjudicada, un penalti inexistente de Aihen sobre Antony, al que agarró ligeramente. Insuficiente para que el brasileño, como buen brasileño, volara por los aires. Remiro sólo ha parado seis penaltis de treinta y uno en Primera, y dos son al Betis. El de Cascante mantuvo a la Real en el partido al medio acto porque Jesús giró demasiado el tobillo con un disparo desde lejos. El cuero impactó en el palo.

Pero la Real, como equipo grande que es, también amenazó mediante Sucic, que volvió a toparse con la madera en uno nuevo misil teledirigido. Hubiese sido dar un golpe encima de la mesa, respirar y callar al Benito Villamarín, quejoso además con un Gil Manzano que parecía querer contribuir a que la Real se marchara de Sevilla sin nada. Lo consiguió.

El Betis metió mano a la Real gracias a una falta lateral tras error de Aramburu, que tras recuperar tiró un caño casi en área propia. Su despeje posterior fue teórico, pero la mala suerte fue tal que la pelota cayó en la zurda de Antony, que dos minutos antes debió ver la roja por una agresión sin balón a López. No fue ni falta. Roca, tras un rebote en Martín, acribilló a Remiro en el 2-0. La película fue de terror con el tercero, también del mediocentro, con un remate lejano. La Real perdía tres puntos, dos jugadores y un golaveraje decisivo. Nueve equipos en seis puntos. La batalla será mundial. Está por ver si a la Real le dejan pelear con las mismas armas.