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David S. Olabarri
Miércoles, 3 de julio 2024, 09:18
El Tribunal Supremo ha confirmado la condena a un global de 12 años de cárcel por «agresión sexual, amenazas, maltrato y quebrantamiento» para D. K. ... Este joven de 27 años violó, vejó y agredió a la que fuera su pareja sentimental en Vitoria. Se trata de la tercera resolución judicial en su contra, que además barniza de firmeza este caso de violencia de género en Vitoria. Es decir, debería empezar a cumplir ya su pena. La cuestión es que esta grave consecuencia legal quedará en nada.
Según ha sabido este periódico, D. K. ingresó el año pasado en la prisión de Zaballa en calidad de «preso preventivo» tras múltiples quebrantamientos de la orden de alejamiento sobre su víctima, con la que se casó por el rito musulmán en 2018. Ella puso fin a la relación «a comienzos de 2019», harta de sus celos obsesivos, menosprecios y actitudes violentas. A lo largo de los siguientes doce meses, esta mujer, dos décadas mayor, le ayudó dándole dinero y lavándole la ropa, mientras rechazaba sus propuestas de retomar el vínculo. A partir de ahí la violó una vez, también fue agredida en otra ocasión y amenazada cuando se cruzaron por la calle. Asimismo, este veinteañero se saltó al menos tres veces el veto de verla, lo que le llevó a la cárcel alavesa.
«En abril», deslizan fuentes judiciales y penitenciarias, el joven recibió un permiso de fin de semana. Pero ya no retornó al penal situado a 15 kilómetros de Vitoria. Hace unos días llegó la confirmación desde Madrid de su condena penal de doce años, de los que sólo ocho son cumplimiento efectivo.
En la actualidad, D. K. consta en las bases policiales como fugado y existe una orden internacional de busca y captura con su nombre. Eso sí, la requisitoria sólo sería realmente efectiva en la Unión Europea.
¿Dónde se encuentra? El entorno del fugitivo asegura a este periódico que «ha abandonado España». Según estas fuentes, «habría vuelto a su país, Argelia, para evitar cumplir su condena de cárcel». Se desconoce cómo logró cruzar el Mediterráneo. Si por vía aérea o naval.
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El destino no es casual. Aparte de nacer en 1997 en Orán, una urbe de 1,5 millones de habitantes donde disfrutaría de apoyo familiar, Argelia no colabora con España desde que el Gobierno central se alineara con Marruecos en la crisis del Sahara. Es decir, todo indica que aunque fuera localizado en su país, este agresor sexual no sería deportado para responder por sus cuatro delitos confirmados en Vitoria.
La Audiencia Provincial de Álava le juzgó en marzo de 2023. Ya entonces llegó tarde a la vista oral. «Se ha quedado usted a 20 minutos de que fueran a detenerle», le espetó el magistrado Francisco García Romo, autor de su primera sentencia condenatoria ahora ratificada por el Supremo.
El testimonio de su expareja resultó decisivo en ese primer fallo. Enumeró las continuas vejaciones,físicas y psicológicas. Siempre sin testigos. «Es muy celoso. Me controlaba el teléfono, la ropa, decía que todas mis amigas eran unas putas y que no fuera con ellas». Las discusiones eran continuas. «'Eres mía', me repetía».
Ya separados, llegó la agresión sexual. «Me forzó y me dijo que quería dejarme embarazada para conseguir los papeles». Su enlace por el rito musulmán carece de «efecto legal en España», por lo que necesitaba oficializarlo para regularizar su situación. En aquel primer juicio, este chico sí se reconoció «celoso porque es mi mujer», pero negó haberla pegado, violado o controlado. Achacó esta causa «por sus celos».
El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) ratificó la sentencia. Y ahora la ha secundado el Supremo, sin efectos prácticos al desconocerse su paradero.
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