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Josu Álvarez
Viernes, 19 de julio 2024, 07:07
El aumento de las temperaturas provoca cada verano la llegada de medusas a las costas, sobre todo en la del Mediterráneo, una zona atractiva en la que pasar las vacaciones y un tema al que prestar atención si se tiene pensado pasar unos días a disfrutar de la zona. La novedad de este año se conoce como medusa huevo frito (Cotylorhiza tuberculata), una especie que se ha extendido especialmente en Alicante y que presenta una apariencia curiosa, muy similar a la de la elaboración culinaria del mismo nombre.
Avistar medusas a lo largo de todo el litoral español es común, aunque en los últimos años su presencia es mayor durante los meses de verano a causa del cambio climático. Las especies predominantes varían según la región y la temporada. En las costas cantábricas de Euskadi y el mar Atlántico predominan las medusas oceánicas durante las primeras semanas de verano, como las carabelas portuguesas que se han dejado ver por San Sebastián. Se trata de unas 'falsas medusas' cuya picadura es muy peligrosa y que ya han sufrido algunos bañistas donostiarras. En el caso del Mediterráneo, es más común divisarlas durante los meses de julio, agosto y septiembre.
Las nuevas medusas 'huevo frito' que se encuentran sobre todo en el Mar Menor, no suponen un riesgo, según los expertos. «Es importante recordar que estas medusas están en su hábitat, tienen su función en el ecosistema y no hay que sacarlas a tierra a propósito», asegura Proyecto Mastral, una iniciativa que tiene como objetivo aportar información meteorológica y climatológica de la zona alicantina.
Estos días tenemos la llegada de grandes bancos de medusas a nuestras calas, playas y también a la zona del puerto. Las más abundantes son las llamadas "huevo frito" (Cotylorhiza tuberculata), llamada así por su parecido con esa elaboración culinaria. pic.twitter.com/T0KPutF03T
— Proyecto Mastral (@ProyectoMastral) July 15, 2024
La disminución de depredadores naturales por el exceso de pesca y la pérdida de biodiversidad influyen de manera directa en la sobrepoblación de medusas, que son arrastradas hacia la costa por las corrientes marinas. Las condiciones climáticas son otro factor fundamental, pues la subida de las temperaturas, la sequía y la falta de lluvias han limitado la desembocadura de las aguas continentales al mar. Estas suelen ejercer de barrera natural para acotar la llegada de grandes bancos de medusas a las costas. Sin embargo, la escasez de precipitaciones conlleva que las temperaturas de las aguas continentales se mantengan similares a las oceánicas por más tiempo, dificultando la formación de la barrera.
Cada año, muchos bañistas sufren picaduras de medusa cuando disfrutan de un caluroso día de verano en alguna playa de los 8.000 kilómetros que albergan las costas españolas. En la mayoría de los casos, el o con una medusa solo produce una pequeña molestia en forma de quemazón o picor, aunque hay que tener cuidado con algunas de ellas porque son extremadamente peligrosas.
Por esa razón, aquí te contamos cuáles son las especies más comunes para distinguirlas en caso de dar con alguna de ellas durante el verano. La lista no solo recoge las especies frecuentes del Mediterráneo, también del resto de la costa española, y el grado de peligrosidad de cada una de ellas.
La ya mencionada medusa con aspecto de huevo frito (25-30 cm de diámetro) que ha llegado para quedarse en el Mediterráneo y el Mar Menor pertenece a la familia Cepheidae. Esta contiene ocho brazos orales cubiertos de apéndices a modo de pequeños tentáculos. No destaca por su peligrosidad, pues la capacidad para producir urticaria es baja debido a la corta longitud de sus tentáculos. Sus efectos son leves y no pasan de una pequeña irritación en la piel y picor.
El regreso de la proliferación de esta especie, prácticamente desaparecida en 2016, es un síntoma de la recuperación del ecosistema en el Mar Menor, según la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE). Esto apunta a una mayor transparencia del agua, lo que propicia tanto su reproducción como una mayor presencia de este ser.
La conocida como medusa luminiscente (alrededor de 20 cm) presenta 16 tentáculos y toda la superficie está recubierta de verrugas. La caracteriza un color rosado rojizo y puede llegar a medir más de 20 cm de diámetro.
Es abundante tanto en el océano Atlántico como en el mar Mediterráneo y son de alto riesgo. Causa irritaciones y escozor en la piel pudiendo incluso dejar herida abierta que se puede infectar. Además, el efecto del veneno podría llegar a causar problemas respiratorios, cardiovasculares y dermatológicos que se pueden prolongar en el tiempo.
La medusa aguamala o acalefo azul es la más grande de la lista (90-100 cm). Posee ocho tentáculos gruesos y es de una forma acampanada de color blanco azulado. Está adornada por unos 80 lóbulos color violeta. Frecuenta las costas del Mediterráneo y el Atlántico y su peligrosidad es media, ya que no produce cuadros dermatológicos graves. Sin embargo, puede provocar irritaciones no solo por el o directo, también por su mera presencia en las aguas costeras cerradas a mar abierto, porque libera fragmentos de sus tentáculos.
La medusa común (hasta 25 cm), que no supone peligro alguno. Es la especie más conocida de todas y tiene forma de plato. Contiene numerosos tentáculos cortos y abunda en zonas costeras y lagunas como el Mar Menor, pero también en fiordos y bahías cerradas con aportes de aguas continentales.
La medusa de compases o acalefo radiado (hasta 30 cm) pertenece a la familia de la luminiscente (Pelagiidae). Es de color blanco amarillento y tiene un diseño radial distintivo de 16 compases abiertos hacia el exterior, aunque en algunos ejemplares el dibujo puede no llegar a destacar.
Cuenta con 24 tentáculos largos y finos que pueden llegar a los 5 metros de longitud. Su picadura es de riesgo elevado, pues causan picor y quemazón e inmediatamente después provoca la aparición de lesiones eritematosas y edemas. Es relativamente frecuente en el Mediterráneo y Atlántico aunque en ocasiones forma enjambres.
La famosa carabela portuguesa (30 x 10 cm) es una 'falsa medusa', puesto que se trata de un hidrozoo. Ha sido avistada durante el mes de julio de 2024 en la bahía de La Concha en San Sebastián, dejando varios afectados por sus picaduras al tratarse de una especie muy peligrosa por su potente veneno. Además del quemazón y las laceraciones, pueden llegar a producir un shock neurógeno provocado por el dolor, con el consiguiente peligro de ahogamiento.
Es típica en el mar Atlántico, pero es ocasionalmente observada en las aguas del Mediterráneo o en la costa cantábrica. La forman una colonia de pólipos y está constituida por una parte flotante de gas violáceo y transparente en forma de vela, que le facilita los desplazamientos por el viento. Posee una multitud de tentáculos que se pueden llegar a extender 20 metros bajo el agua.
El 'velero' (1-8 cm) es otro pequeño hidrozoo modificado con un disco azulado y ovalado que encierra el flotador y contiene el esqueleto córneo equipado con una vela. No existe riesgo alguno con esta especie.
La medusa aequorea (hasta 30 cm) tiene una forma plana y transparente que presenta numerosos canales radiales de color negro. Siendo una especie de peligrosidad nula es común en aguas del Atlántico. En el Mediterráneo aparece de forma ocasional, aunque en la actualidad su número va en aumento en aguas de Cataluña y Baleares.
La 'cubomedusa' o avispón marino del Mediterráno (5-6 cm) es una especie de cubozoo de color transparente, azulado o blanquecino que dificulta su localización. Posee cuatro largos tentáculos que pueden llegar a extenderse hasta 10 veces el tamaño de la umbrela.
Es un ser muy poco frecuente y muy peligroso a partes iguales. Difícil de ver en la costa debido a que no alcanza las aguas superficiales, vive cerca del fondo marino.
El ctenóforo americano (hasta 10cm) tiene forma de bulbo y no posee tentáculos, siendo sustituidos por 8 hileras lineales de cilios (orgánulos celulares envueltos por el citosol con aspecto de pestaña). No supone ningún riesgo.
Se trata de una especie invasora dada su velocidad de reproducción (hasta 3000 huevos por día) que proviene de las costas atlánticas de América. Su introducción se realizó en el Mar Negro donde contribuyó al colapso de numerosas pesquerías.
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