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Se jubiló el pasado verano y ha permanecido retirado de la vida pública. Hasta ayer. El colegio de la abogacía de Gipuzkoa le concedió el Premio Decano Domingo Arizmendi a la Ética Jurídica. Se le elige por «ser ejemplo de rigor, profesionalidad, solidaridad, generosidad y firmeza en los principios éticos».
– ¿Cabe mayor piropo?
– Sinceramente, creo que no. Y me siento abrumado. Ciertamente, he intentado obrar según esos principios en mi carrera.
– ¿Hasta qué punto es aplicable la ética en la justicia?
– El derecho es un sector muy amplio. Yo fui profesor de Derecho Constitucional e investigador en la UPV y he ejercido como letrado de las Juntas Generales de Gipuzkoa, donde he promovido el uso del derecho de manera imparcial. El límite lo establece la ley, pero también el código deontológico. Ya como Ararteko, además de obrar con exquisita objetividad, la interpretación tiene que ser lo más favorable posible a los derechos humanos. Claro que existe una ética jurídica.
– ¿Ha sentido usted también el punto de indignación de perder una causa que defendía justa?
– Sí, claro. Pones toda la carne en el asador y preparas un tema a fondo. Te empapas de una ley –estatal o europea–, analizas la interpretación que hacen los tribunales, aprendes a fondo la materia objeto de regulación... metes muchas horas, y cuando viene la sentencia que no te de la razón, pues te da rabia. Sobre todo cuando la argumentación es escasa y no analiza a fondo eso que tantas horas te ha llevado. Ahí tenemos el ejemplo de la norma foral de los peajes.
– ¿Y si la ley va en contra de esos principios de ética y solidaridad?
– El Estado democrático de derecho tiene mecanismos de corrección de las leyes. Caben los recursos, si va en contra de la Constitución o de una directiva europea. Y caben cuestiones prejudiciales ante el Tribunal Europeo. Asimismo, ahí está el papel de los defensores del pueblo, que pueden presentar recurso de inconstitucionalidad o hacer recomendaciones cuando la aplicación de una ley es lesiva. Existe también la vía de la reforma legislativa en el Parlamento, como con la ley del 'solo sí es sí'. Hay mecanismos.
– Ya que se ha jubilado, ¿puede opinar sobre la norma foral del deporte escolar?
– No conozco de cerca la realidad porque no tengo hijos, pero he estado presente en las comisiones en las que se debatió esta norma y tengo que decir que responde a argumentos muy fundamentados. Fue algo muy meditado y valorado con expertos y familias, no una medida arbitraria. El objetivo era incentivar el deporte sin carga de competitividad. Si ahora el tribunal ha decidido que hay que revisarlo, ojo, cuando la sentencia sea firme, hágase.
– Su tarea más conocida ha sido la de Ararteko. ¿De qué necesita el pueblo ser defendido?
– La palabra 'defensor' nunca me ha gustado. La democracia necesita un contrapeso entre poder y contrapoder. El Ararteko está para canalizar las demandas de la ciudadanía cuando se entiende que existe mala praxis de la istración o abuso de poder.
– ¿Siente que se han tenido en cuenta sus resoluciones?
– Primero, no son obligatorias. Son recomendaciones. A lo que la istración está obligada es a decir por qué no acata esa resolución. Pero es importante que el Ararteko tenga autoridad. Yo estuve 11 años en el cargo y puedo decir que se tuvieron en cuenta el 80-85% de las resoluciones. Ahora bien, otra función del Ararteko es evaluar las políticas públicas y hacer recomendaciones. Ahí sí que tengo que decir que la istración competente no hacía todo el caso que quisiera.
– ¿Podría citarnos ejemplos?
– En la cuestión de la vivienda. Hay derechos fundamentales y derechos de segunda que tienen menos protección y necesitan políticas públicas. Ahí se encuadra el derecho a la vivienda. Se necesitan recursos públicos para dotarlo de contenido. La distancia entre ese derecho y su cumplimiento es abismal. Están fallando las políticas públicas. Las istraciones competentes llevan muchos años sin hacer planificación, previsión y política pública eficaz que haga que se cumpla ese derecho constitucional de toda la ciudadanía.
– ¿Qué puede hacer ante ello el Ararteko?
– El Ararteko emite resoluciones ante actuaciones concretas como puede ser no itir a un alumno en un centro, retirar una ayuda o una multa de tráfico. Pero también acuden a él asociaciones de ámbitos específicos que plantean un déficit en políticas públicas. En esos casos, recaba información y puede hacer recomendaciones. No resoluciones concretas sino informes extraordinarios.
– Ya que habla de políticas públicas, ¿considera que la extrema derecha constituye una amenaza real?
– Evidentemente. Cuando era profesor hablábamos de democracias liberales basadas en constituciones que recogían la protección de derechos fundamentales. Hoy todo eso está en peligro en varios países. El primero que aprobó una constitución democrática, en 1789, fue EE UU. Ahora su presidente está diciendo auténticas barbaridades, y no solo en el plano político. ¡Llega a decir que para salvar un país es lícito saltarse la ley! El respeto de los derechos fundamentales y la protección a las minorías sociales pueden saltar por los aires con discursos que implican retrocesos en los derechos de las mujeres, o de los transexuales, o del colectivo de gays y lesbianas. La amenaza es seria. Los grupos ultraderecha están cogiendo cada vez más fuerza. En España hay un partido y tiene una representación en el Parlamento Vasco. A ver qué pasa en las elecciones de Alemania, pero es terrible: hay un partido que no oculta sus simpatías nazis.
– No han entrado en las Juntas Generales de Gipuzkoa. ¿Cómo es la relación entre los grupos políticos? La ciudadanía está harta de sus disputas.
– Mira, ahora puedo hablar con entera libertad, de verdad. Las relaciones personales son entre buenas y muy buenas. En el debate político no se cruzan líneas rojas de insultos o faltas de respeto. Y muy pocas veces surge la tensión en la dialéctica política. En mi último día de trabajo, el 27 de junio del año pasado, los compañeros me hicieron una despedida y vinieron junteros de todos los partidos. Hasta me bailaron el aurresku representantes de diferentes fuerzas políticas.
– DVko irakurleek zutabegile fina galdu dute. Ez diozu, bada, idazteari utziko.
– Idaztea izugarri gustatzen zait. Betidanik. Hamahiru urterekin egunkaria idazten hasi nintzen. DVko zutabea oso gustura egiten nuen. Baina gorputzari entzun egin behar zaio eta niri atsedena eskatzen zidan, dena uztea. Idatziko dut. Beste kontu bat da hori argitaratuko dudan ala ez.
– Zertan ematen duzu orain denbora?
– Helburu nagusia neure burua zaintzea da. Egunero kirola egiten dut. Bi ordu gimnasioan. Paseatu eta irakurri. Baina patxadaz irakurri. Jubilatuta nagoenez, ingurukoek enkarguak ere eskatzen dizkidate.
– Zer ari zara irakurtzen?
– Tomás García Azkonobieta filosofiako irakasleak idatzi duen oso liburu bitxia. La Polla Records taldearen letrak baliatuz filosofiaren historiako pentsamendua jorratzen du. Musika lasaia gustatzen zait eta ez nuen talde hau jarraitzen, baina liluratuta geratu naiz zein letra jantziak eta eduki aberatsekoak dituen. Hortik abiatzen dira analisi sakonak. Kuriosoa.
– Euskararen aurkako oldarraldi judiziala. Zer deritzozu?
– Seguraski epaileek legearen interpretazio hertsiegi bati heldu diote. Hala ere, nik euskararen kontuan erabilerari ematen diot garrantzia. Euskararen komunikazio gaitasunari buruz, Mikel Mendizabalen liburuan kolaborazioa egin nuen eta ondorio nagusi bat jaso genuen: euskara komunikazio tresna izateko erraztu eta arindu egin beharko litzatekeela.
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