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Hace casi una década, Aratz Losada, Jon López y Jorge Vázquez se convirtieron en la comidilla de sus vecinos cuando se dejaron bigote. Objetivo cumplido. «Aquí nos conocemos todos, así que nos miraban y preguntaban», explica Losada recordando aquel primer cambio de 'look'. Al año siguiente, el exciclista profesional Markel Irizar, quien superó un cáncer testicular, amplificó el eco de la causa con su adhesión. Y desde entonces, cada noviembre es el mes de los bigotudos en Oñati. El de la visibilización y sensibilización acerca de las enfermedades masculinas. No hay que esperar a estar enfermo para ir al médico, es el mensaje.
En otros municipios de Gipuzkoa el movimiento 'Movember' también se ha ido extendiendo y afianzando noviembre tras noviembre, hasta convertirse en un clásico en algunas comarcas, como en Debagoiena o Goierri, donde a pesar de la pandemia y sus restricciones estos días se dejan ver muchos mostachos. Aunque sea en las mascarillas.
«Claro que me he dejado el natural, pero ahora el que se ve es este», comenta el actor y monologuista Kike Biguri mientras vende las mascarillas solidarias al lado de las baserritarras que ofrecen sus lechugas y puerros en la feria de Beasain. «Como nos han cerrado los bares, hemos tenido que encontrar otros puntos de venta para las mascarillas y las huchas solidarias, como la feria, estancos, carnicerías o tiendas de ropa».
Biguri es el portavoz oficioso de Movember Goierri Moherri, que agrupa las iniciativas de Lazkao, Beasain y Ordizia. Fue esta última localidad donde se sembró la primera semilla y donde reside su alma mater, Nick Knight, y donde recalaron jugadores australianos de rugby del Ampo Ordizia que exportaron este movimiento nacido en las Antípodas con el fin de recaudar fondos que destinan a la Fundación Movember para programas de investigación en todo el mundo sobre salud masculina, y sensibilizar acerca de esta cuestión.
«Yo tengo 56 años y me puede tocar. Empecé a dejarme bigote durante noviembre e involucrarme por amistad, porque creo que es importante que los hombres nos concienciemos. Nosotros también tenemos que ocuparnos de nuestra salud, darle la importancia que se debe a las revisiones, a la detección precoz», dice Biguri mientras muestra las mascarillas talla M que venden a 10 euros, porque las L se han agotado. «Estoy haciendo lista de gente que me las ha pedido para la siguiente remesa». La primera era de 300 unidades.
Además, Itxaso, Iraia, Eneko, Lucas y Aitor, estudiantes de Liderazgo Emprendedor e Innovación de Mondragon Unibertsitatea, se han sumado este año ocupándose de las redes sociales y del diseño de otros productos bigotudos, como geles hidroalcohólicos o botellas de aluminio.
La pandemia no ha podido con los bigotes de Movember, que es la síntesis en inglés de 'moustache' y 'november', aunque ha dado al traste con algunas de las actividades, cada vez más numerosas, que organizan en torno a este mes. Como los conciertos, por ejemplo.
Biguri aún recuerda la implicación del músico y acordeonista Aitor Furundarena, que en una edición pasada ofreció un concierto en el que interpretó una versión muy peculiar del popular 'Guantanamera'. En el estribillo cantó: «Tacto rectala, egizu tacto rectala, tacto rectala, egizu tacto rectala...». El monologuista también suele enviar mensajes parecidos. «He finalizado alguna entrevista invitando a los chicos a tocarse los huevos, en el buen sentido. Las mujeres se palpan las mamas para detectar cualquier bulto, cambio, etc. Y nosotros tenemos que hacer lo mismo. Hay que prevenir».
kike biguri | movember beasain
aratz losada | movember oñati
Vecinos que han superado o están luchando contra un cáncer de próstata y urólogos suelen ofrecer sus testimonios a lo largo de este mes, aunque este año se han tenido que adaptar a las restricciones derivadas de la pandemia y alguna conferencia se ha tenido también que retrasar.
En Alto Deba Oñati, Arrasate, Bergara y Antzuola cuentan con agrupaciones locales que este año también han optado por las mascarillas solidarias. Cada municipio tiene un diseño propio aunque la recaudación tiene un destino común: el centro CIC Biogune con sede de Derio. «Las nuestras ya se han agotado», explica Aratz Losada, quien insiste en el mensaje de «someterse a revisiones médicas preventivas superando prejuicios y temores».
En Debagoiena también se venden sudaderas o chapas bigotudas solidarias, que dan visibilidad a este movimiento en ausencia de los conciertos, las kalejiras o las cenas populares, imposibles en esta situación de crisis sanitaria.
Este año no habrá foto de familia de los bigotudos en la plaza de Oñati al final de noviembre, ni el rasurado colectivo antes de la cena de confraternización. «El año pasado nos juntamos medio centenar, pero son más lo que se suelen dejar bigote este mes», cuenta Losada.
El 2020 las mascarillas solidarias sustituyen los mostachos, «con la peculiaridad de que además se ha sumado más de una mujer, porque ahora pueden llevar bigote», añade Biguri, quien confía que el 2021 los mostachos de verdad puedan volver a poblar las calles.
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