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Miércoles, 25 de marzo 2020, 06:59
Los gestos son lentos, la respiración profunda. En la orilla del Kleifarvatn, uno de los lagos más profundos de Islandia, hay que domar el frío antes de sumergirse en las heladas aguas y acceder así al bienestar.
El termómetro marca -6°C en la superficie del lago congelado. Armado con un hacha, Andri Einarsson, uno de los instructores de este inusual seminario, rompe los cinco centímetros de capa formada por el hielo para crear un agujero que pronto acogerá a los bañistas.
Más lejos, en la tierra firme cubierta de nieve, se prepara un grupo de una quincena de colegas llegados de los alrededores de la capital Reikjavik.
Muy abrigados, se calientan al son de profundas inspiraciones acompañadas por movimientos similares al haka neozelandés.
«Todo ello prepara el sistema inmunitario para el frio, estimula el espíritu y permite activar la grasa» generadora de calor, explica Andri Einarsson.
Esta técnica de respiración es uno de los pilares del método de Wim Hof, nombre del holandés que batió el récord del mundo de resistencia al frío.
En 2007, el atleta, llamado «el hombre de hielo» había subido al Everest en pantalón corto hasta 7.400 metros, y tiene en su activo una media maratón descalzo, celebrada más allá del Círculo polar ártico.
Hof elogia los beneficios de su terapia mediante el frío --que combina técnicas respiratorias específicas, exposición al frío y meditación-- contra la fatiga, el estrés y la mejora de las defensas inmunitarias.
En esta fría mañana, al borde del Kleifarvatn, con temperaturas negativas, el grupo se deshace de sus abrigados atuendos. Hay que ponerse un traje de baño, y sumergirse en el agua. Algunos lo hacen con suavidad, otros se lanzan sin la sombra de una duda.
Este ejercicio es el último de una sesión de cuatro semanas, en las que la exposición al frío ha sido progresiva: de un agua a 10°C, los participantes pasaron a un baño con cubitos de hielo, para acabar en un lago congelado.
Inspiración, espiración, concentración. En total, esta última inmersión durará dos minutos. Concentrarse en su respiración es esencial para no sentir los efectos del frío, según los adeptos de la técnica.
Luego, con las piernas entumecidas por el frío, queda el difícil desafío de volver a tierra firme. «Es como una sensación de agujas que te atraviesan » explica Marco Pizzolato al salir del baño.
La exposición al frío, cuyos efectos analgésicos son conocidos desde la Antigüedad, es una práctica adoptada desde hace algunos años por los atletas de alta competición para recuperarse después del esfuerzo.
Sin embargo «necesitamos investigaciones más profundas antes de confirmar que eso ayuda» opina Haukur Björnsson, médico de la selección de fútbol islandesa, que propone esta posibilidad a los jugadores.
Pero el agua helada no solo es apreciada por deportistas profesionales, también ha ganado popularidad entre el público en los últimos años.
En Islandia, la casi totalidad de las piscinas del país proponen baños de 2°C a 10°C.
«Todo el mundo puede meterse en un baño helado, sentarse en él (...) y mostrar resistencia. Pero relajarse en él es ya otra cosa, y es lo que yo intento enseñar» dice Andri Einarsson.
Aunque la ciencia no ha llegado a conclusiones definitivas en torno al método Wim Hof, y requiere más documentación, los participantes en las sesiones, interrogados por la AFP, reconocen unánimemente las ventajas para su bienestar y su salud
Varios de ellos han asegurado que se han librado de dolores crónicos en la espalda, o superado migrañas, después de haber seguido esta terapia en absoluto convencional.
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