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Los vecinos de Goierri tienen el 19 de mayo entre sus fechas marcadas en el calendario. Saben que hay elevadas probabilidades de que ese día ... haya una tormenta, de lluvia o granizo, de alta intensidad que cause estragos en algún punto de la comarca. Este año le ha tocado a varios puntos de Gabiria, Ormaiztegi o Ezkio-Itsaso por el desbordamiento de ríos. El año pasado fue Lazkao... Sin olvidar la histórica granizada de 1990 que, siempre el 19 de mayo, se cebó con Ordizia, Legorreta, Itsasondo, Arama, y parte de Lazkao, Beasain, Altzaga, Gaintza y Zaldibia. Poco después de las 19.00 horas un diluvio de hielo destrozó todo lo que encontró a su paso; tejados, coches, invernaderos, mobiliario urbano, vegetación... Para la posteridad ha quedado recordada como 'la pedrada' de Ordizia, pues se registraron bolas de granizo de hasta 7 centímetros, las más grandes conocidas en Euskadi.
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La coincidencia del día 19 puede ser casualidad... Lo de que sea en mayo, no. La delegada en Euskadi de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Margarita Martín, explica que «mayo y junio es la época de las trombas de agua localizadas y las granizadas en Gipuzkoa, que en la costa se alarga incluso a primeros de julio».
La meteoróloga se remite a las condiciones que explican la formación de estas tormentas, que en estas latitudes alcanzan su mejor caldo de cultivo en esta época del año. «Coinciden una masa de aire frío a 5.000 metros de altura, una de aire cálido en superficie, y la entrada desde el Cantábrico de otra masa de aire húmedo. Esta última choca con la cálida, que la empuja hacia arriba y hace que vaya condensándose, formándose las gotas de lluvia. En el caso de Goierri, ese ascenso es muy vertical favorecido por la orografía. Cuando ese agua condensada súbitamente choca con la masa de aire frío, se congela y cae a plomo», explica. Si hay viento fuerte, ese viento la vuelve a empujar hacia arriba, generando un ciclo en el que cuantas más veces suba la masa húmeda, y más diferencia de temperatura haya entre la masa cálida en superficie y la fría en altura, más se enfriará el agua y más fuerte será la lluvia o el granizo.
Añade Martín que mayo y junio son meses propicios para este fenómeno porque «ya hay 14 horas de horas de sol al día, tiempo suficiente para que el aire en superficie se caliente lo necesario».
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Esa diferencia de temperaturas no era excesiva el lunes, por lo que la precipitación se quedó en tromba de agua sin llegar a granizo. Pero no evitó que en el barrio rural de Alegi, en Gabiria, el río se desbordara y afectara a viviendas y caseríos anegando bajos y garajes y dañando vehículos, campos, maquinaria agrícola y animales.
Ayer, el día después de la tormenta, el paisaje parecía otro. Donde el lunes corría un río desbocado, solo quedaba ya el eco del agua, el olor a barro húmedo y la imagen de puertas abiertas, palas en mano, garajes anegados y cubos llenos de recuerdos estropeados.
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A las 10 de la mañana, los primeros rayos de sol iluminaban las fachadas embarradas del barrio. En el caserío Armaindegi, uno de los más afectados, sus inquilinos sacaban los últimos muebles de la planta baja, ahora inservibles. «El barro lo ha cubierto todo, ha sido un desastre», contaba Iñigo, vecino del caserío. El agua alcanzó más de medio metro, arrastró una de las puertas y entró con fuerza, destrozando herramientas, electrodomésticos y hasta antiguas kutxas de madera. «Es muy duro ver todo así. Tantos años de trabajo, de recuerdos...», explicaba.
Enfrente, en el edificio Zubimusu, donde viven nueve familias, los garajes continuaban anegados. Aunque los bomberos estuvieron bombeando agua durante la tarde del lunes, las labores de limpieza seguían. Varios vecinos, con katiuskas hasta las rodillas, achicaban barro con cubos y escobas. «El agua llegó hasta el techo del garaje. Hay tres coches y dos motos perdidos, completamente sumergidos», se lamentaban.
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La reacción vecinal ha sido ejemplar. Desde primera hora un ir y venir de tractores, camiones y palas ocupaba las calles del barrio. «Uno ha traído el camión para cargar todo lo que está inservible, y otros tractores para mover barro», aplaudía una residente.
En el caserío Etxetxo el agua también entró sin freno. «No nos dio tiempo ni a pensar. En minutos, el agua estaba en el portal. Perdimos herramienta, madera... Fue imposible reaccionar. Mientras colocaba mantas en la puerta del garaje, noté que estaba entrando agua, y para cuando me giré, se estaba colando por el otro lado, por la entrada al caserío. Lo único que pudimos hacer fue abrir las puertas de ambos lados y dejar que el agua corriera», explicaba Maite López.
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Los vecinos seguían sin comprender lo sucedido. Las lluvias fueron intensas, sí, pero «hemos vivido temporales peores y nunca ha pasado algo así», repetían. «Ni con quince días lloviendo vimos algo parecido. Ayer (por el lunes) fueron unos minutos... pero fue tremendo. No nos explicamos cómo pudo llegar tanta agua en un espacio de tiempo tan corto».
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