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Saioa Echezarra
Lunes, 3 de abril 2023, 19:48
«Ausencia» de «nombres propios» como María Díaz de Haro. Guerras y oficios en los que trabajan solo hombres. Flechas y armas en el centro ... y utensilios domésticos en segundo plano. Son algunos de los ejemplos que reflejan la «escasa visibilidad» de las mujeres y su aportación a la historia en los museos arqueológicos vascos. Una «desigualdad» que centra las conclusiones del estudio '(RE)lectura feminista del patrimonio arqueológico en el País Vasco: Igualdad en la Historia gracias a la perspectiva de género', resultado de una beca concedida por Emakunde. El informe constata que «no hay una presencia clara de mujeres en el relato de los museos arqueológicos y su contenido tiene un claro sesgo androcéntrico», e insta a «corregirlo» desde la perspectiva de género.
El trabajo, realizado por el equipo de cinco investigadoras integrado por Teresa Campos-López, Janire Castrillo, Itziar Aloria, Aitziber González y Onintza Odriozola, se ha desarrollado en los museos de las tres provincias vascas, el Bibat de Vitoria; el Arkeologi Museoa de Bilbao y el Oiasso situado en Irun -los dos primeros dependientes de las respectivas diputaciones y el tercero de gestión privada-municipal-. «En la mayoría de casos las mujeres han sido despojadas de su protagonismo y no se ha valorado suficientemente su aportación a la historia, y este estudio nos enseña que es posible mirar al pasado de otra manera; visibilizando a las mujeres y valorando ámbitos como el cuidado, la crianza, el mantenimiento de la vida, que son cruciales para el sostenimiento de las sociedades antiguas y de las actuales».
Es la reflexión que ha trasladado la directora de Emakunde, Miren Elgarresta, en la presentación desarrollada este lunes en la sede del instituto en la capital alavesa. Con este trabajo «intentamos promover que esa visión de género impregne todos los ámbitos de nuestra estructura social», ha remarcado. El documento ha sido desgranado por una de sus artífices, Campos-López, doctora en Arqueología y Educación y profesora de la UPV, experta en inclusión de la perspectiva de género en el patrimonio cultural.
Las conclusiones son claras: «No hay presencia clara de mujeres en el relato de los museos y su contenido tiene un claro sesgo androcéntrico que provoca una desigualdad«, indican, para instar a «corregirlo y dotarlo de contenido a través de la aplicación de nuevas metodologías, como es la perspectiva de género. Lo que los museos no recogen no existe». Se añade que «la tónica dominante es la falta de visibilidad, se perfila a los hombres como agentes clave de sus comunidades, mientras las mujeres no aparecen desarrollando funciones político-simbólicas». «Continuamos en la mayoría de casos transmitiendo discursos elaborados en funciones de unos estereotipos de género tradicionales y en los que sólo se visibiliza una masculinidad hegemónica». En cuanto a objetos expuestos «los ámbitos femeninos son entendidos todavía como algo secundario, se reserva la centralidad y la importancia para lo masculino».
«Apenas aparecen funciones tradicionalmente consideradas como femeninas, y , tampoco son tratadas como esenciales en el devenir histórico», agrega el informe. En este sentido se aboga por «trabajar en la inclusión de otras actividades en los relatos» dado que «el cuidado, las actividades de mantenimiento o la crianza forman parte de las sociedades, siendo fundamentales para su subsistencia». También «reformular las actividades que actualmente aparecen, ya que en muchas de ellas existe presencia y aportaciones de las mujeres, aunque actualmente solo se señala la participación masculina».
Por ejemplo: «la caza, la guerra, las tenemos identificadas con el momento en el que un hombre tira una flecha o pega un tiro. Pero esas actividades eran mucho más complejas, científicamente se está demostrando que las mujeres, que el grupo participaba en la caza», exponen las autoras. Otro caso: «se sabe que las mujeres trabajaron construyendo las murallas. Había muchas, se les pagaba menos, con lo cual salía mas rentable».
El equipo de investigadoras ha analizado una época en cada museo, «en el Bibat la prehistoria, en Oiasso la época romana y en el Arkeologi Museoa la historia medieval». «Con eso hemos conseguido una visión diacrónica en el tiempo y también una visión transversal en el territorio». Campos-López ha señalado que «ojalá este trabajo sirva para que cojan todos esos datos y puedan ir uno por uno viendo qué hay que mejorar. Queremos que sea una herramienta que se ponga en práctica». Consciente de las dificultades que supone modificar una exposición permanente, insta a realizarlo de forma «paulatina».
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