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La donostiarra Maite Sánchez Lasa, veterana militante pacifista, aporta hoy un testimonio de primera mano para recordar aquel proyecto de reconciliación que soñó el ... escultor Jorge Oteiza y que vuelve a ser actualidad con la serie 'La línea invisible', de Mariano Barroso (en Movistar), que recrea el origen de ETA y las muertes del militante Txabi Etxebarrieta y el guardia civil José Antonio Pardines. El agente murió en Aduna el 7 de junio de 1968 por los disparos de Etxebarrieta, y éste fue herido de muerte horas después en un control policial en Benta Haundi, en Tolosa. Son las dos primeras muertes de una historia que sembraría el dolor durante cuarenta años más.
«Yo ayudé a Jorge en esa acción de inútil reconciliación», rememora Maite Sánchez. «Jorge y yo éramos primos segundos y tuvimos una gran amistad. Yo tenía coche y le solía llevar a los sitios que me pedía. Primero colocó la escultura de Benta Haundi, que forjó en un taller creo que de Pasaia. Lo pagó de su bolsillo. Al poco tiempo hizo la de Aduna, en un taller en un polígono de Lezo. Era una sobria cruz. Jorge la quiso pagar, pero el dueño la donó generosamente, con la advertencia de que fuese secreto. Esa cruz fue destruida 'por los de siempre' al poco tiempo».
Es el recuerdo de primera mano de Maite Sánchez, aunque en los estudios publicados no consta memoria de la pieza de Aduna. Algunos vecinos mayores del pueblo sí recuerdan una placa. Sigue en pie la colocada en Tolosa en 1993, un 'par móvil' típicamente oteiziano en el cruce de Benta Haundi, semioculto por la vegetación y las señales de tráfico.
El proyecto Oteiza quería reflejar un 'abrazo de reconciliación' con obras en los puntos de las dos primeras muertes
Respuesta «Hay que esperar a que pare el monstruo que engendramos», escribió Zalbide, asesor de Belloch
cadena humana Gesto por la Paz y Denon Artean quisieron unir los dos enclaves en 1993, pero la lluvia lo impidió
Capitalidad cultural Donostia 2016 planteó abrir con esa cadena por la paz «pero los responsables políticos no aceptaron»
Los profesores de la UPV José Antonio Pérez Pérez y Javier Gómez Calvo recuerdan el origen de aquel proyecto en su capítulo del libro 'Pardines, cuando ETA empezó a matar', coordinado por Gaizka Fernández Soldevilla y Florencio Domínguez Iribarren. «En 1993 Jorge Oteiza protagonizó una sonada polémica, una más, al pretender unir aquel lugar olvidado a la salida de Aduna donde cayó asesinado Pardines, con Benta Haundi, donde resultó muerto su asesino, Txabi Echebarrieta, un lugar, este sí, cargado de un enorme simbolismo y veneración por parte del mundo abertzale».
Los profesores relatan que Oteiza había colaborado con Etxebarrieta en el frente cultural de ETA a mediados de los años sesenta, «incluso había dibujado una de las portadas de Zutik, el boletín de prensa de la organización», y que el escultor sentía «un enorme aprecio por aquel joven culto e inquieto de aspecto frágil e intelectual, a quien pretendía rendir homenaje 25 años después de su muerte».
Pero el escultor oriotarra recibió el 22 de marzo de 1993 un burofax del Ministerio de Justicia e Interior del socialista Juan Alberto Belloch. «El mensaje iba firmado por uno de sus asesores, José Luis Zalbide, histórico exdirigente de ETA que había evolucionado hasta el punto de formar parte del equipo del Ministerio». El libro recuerda que «ETA acababa de asesinar a un guardia civil en San Sebastián unos días antes, y aquella pretensión de unir simbólicamente la memoria de Pardines y la memoria de su asesino incomodó al Ministerio». «Entiendo lo que dices y también te comprendo», escribió Zalbide a Oteiza. «Quisiera colocar personalmente el Par Móvil en el lugar en el que cayó Txabi, pero me temo que eso no será posible mientras el monstruo que entonces engendramos siga matando seres humanos».
Oteiza, según los profesores de la UPV, quedó «desolado y profundamente herido. Solo alcanzó a responder: 'Nosotros no engendramos ese monstruo'». Pero siguió adelante con su proyecto, de la mano del Ayuntamiento de Tolosa y el grupo ciudadano que quería hacer en la villa un gran museo de esculturas al aire libre. «Unir Benta Haundi con el lugar donde había sido asesinado Pardines por el propio Etxebarrieta, en una especie de metáfora sobre el dolor, el sacrificio y la reconciliación, presentando a ambos como víctimas de una misma violencia, era la encarnación escultórica del 'conflicto vasco' fundido en acero».
Unos pocos meses después del intento de Oteiza por unir simbólicamente los escenarios de ambas muertes, grupos pacifistas encabezados por Gesto por la Paz y Denon Artean intentaron materializar aquella iniciativa con una cadena humana entre Aduna y Tolosa. «El acto fue finalmente suspendido por la climatología adversa aquel 26 de diciembre de 1993. La iniciativa de estos grupos estaba inspirada por una campaña que tenía por objeto reivindicar la paz y la reconciliación desde una perspectiva humanista», agrega el relato del libro.
La pacifista Maite Sánchez l o recuerda hoy más visualmente. «Pretendíamos hacer esa cadena un domingo, pero no contábamos con que nos cayera uno de los mayores diluvios que recuerdo, hasta el punto de que estuvo a punto de desbordarse el río».
Años después Donostia 2016 barajó esa cadena como una de las inauguraciones de la capitalidad cultural europea, en línea con el «faro de la paz» que iluminaba parte de la programación. Fernando Bernués, entonces responsable de los contenidos culturales de la capitalidad, recuerda hoy que «era un proyecto civilmente hermoso, valiente y cargado de significado... Pero a la hora de la verdad muy pocos lo defendimos, y también hubo ataques y suspicacias de los partidos políticos... Mi apuesta era que fuera uno de los actos inaugurales, arrancar con una metafórica acción ciudadana de 'punto final' contundente». Pero el proyecto no salió adelante, tampoco.
La serie 'La línea invisible' actualiza aquellos recuerdos. Gaizka Fernández, asesor histórico del proyecto desde su inicio, defiende la fidelidad histórica «teniendo en cuenta que es una serie de ficción, no un documental». Otros autores, como Ramón Zallo, han sido más críticos. La historia está, quizás, demasiado cercana y, a la vez, lejana.
El escritor Bernardo Atxaga escribió su memoria personal de aquellas muertes de 1968 y del proyecto posterior de Oteiza. La serie televisiva ahora emitida permite una lectura renovada del texto del autor de Asteasu.
«A finales de la primavera de 1968 llegó a nuestro pueblo la noticia de un hecho ocurrido a menos de cuatro kilómetros de distancia, en la zona del puente de Aduna. Una persona había resultado muerta de un tiro de pistola. Parte de la respuesta llegó unas horas después, cuando un centenar de guardias civiles apareció en el pueblo y empezó a patrullar por los montes. Una emisora de radio confirmó el suceso, y difundió la identidad de la persona asesinada. Se trataba de un guardia civil de la Agrupación de Tráfico, José Á. Pardines Arcay, de 25 años. Casi de seguido, llegó la segunda noticia: el joven que le había disparado, Javier Echevarrieta Ortiz, había muerto tras un tiroteo, también cerca, en el cruce de Benta Haundi», escribe Atxaga. Tres meses después el autor empezaría a estudiar en Sarriko, la facultad de Económicas de Bilbao donde se formó Etxebarrieta.
«Después de décadas de represión franquista muchos vascos vieron en él al mártir, al Che Guevara vasco. Nadie parecía acordarse de Pardines. Ni siquiera era visto como símbolo de la opresión franquista, porque tal lugar correspondió enseguida a Melitón Manzanas, el torturador», escribe.
Jorge Oteiza rompió aquel silencio, rememora Atxaga. «Sin restarle nada al mito (nunca dejó de tener un retrato de Etxebarrieta en su estudio) declaró su intención de realizar las dos esculturas. Quizás ahora haya que volver la vista al puente de Aduna y a Benta Haundi: restaurar la escultura dedicada a Etxebarrieta, símbolo de una rebelión desesperada contra el dominio fascista, y colocar la dedicada a Pardines, símbolo del sufrimiento causado por aquella rebeldía. Sería el cierre del círculo, señal de que vivimos otros tiempos y que aquella fue otra historia». Lo firmó Atxaga hace casi diez años, pero podría estar escrito ayer.
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