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Los cubos lucían este viernes una iluminación especial diseñada para su 25 cumpleaños y sus inmediaciones, una llamativa mezcla de vestuarios. Los trajes, corbatas y vestidos de fiesta de los asistentes a la gala se combinaban con el 'dress code' deportivo de los que mañana correrán la Behobia y que recogían sus dorsales en el mismo recinto. Esta variedad y riqueza de inquietudes, aficiones y culturas, seña de identidad de un espacio pluridisciplinar al que en estos años han asistido millones de personas en 6.700 eventos, vertebró un espectáculo adecuado a su amplia personalidad. El gerente del Kursaal, Iker Goikoetxea; el alcalde, Eneko Goia, y la diputada general, Eider Mendoza, dieron la bienvenida a la gala destacando la singularidad del edificio y, en el caso de Goia, recordando a «aquellos alcaldes que apostaron por el Kursaal: Ramón Labayen, Xabier Albistur y Odón Elorza».
A partir de ese momento comenzó un feliz espectáculo construido con el talento de casa, la emoción de un cumpleaños y la cooperación de distintas disciplinas, si bien todas enlazadas por la música. La celebración fue ecléctica, pero sobre todo sonora y colaborativa. Era imposible que estuvieran todos los que han formado parte de la historia del Kursaal, pero sí lo hicieron algunos de sus principales protagonistas, como la Euskadiko Orkestra, que ha actuado en 879 ocasiones, y dos de los coros más presentes en el auditorio: el Orfeón Donostiarra y el Easo. Todos estuvieron dirigidos por un maestro imprescindible y siempre flexible, el donostiarra Juanjo Ocón, responsable del éxito de proyectos interdisciplinares como el de ayer. Porque a los 'clásicos' –brillante la soprano Arantza Ezenarro representando también a este sector–, se unieron el grupo Errobi, pionero en el rock progresivo en euskera, las chicas de Neomak como renovadoras de la tradición vasca, cantautoras como Idoia junto al pianista Joserra Senperena, la danza de la compañía Lasala e incluso un humorista: Rafa Mazo.
Con estos ingredientes y en una ocasión tan especial era previsible que hubiera una amplia representación de la sociedad guipuzcoana, con una nutrida presencia del mundo empresarial, así como de políticos. Asistieron Bakartxo Tejeria, presidenta del Parlamento Vasco; Ibone Bengoetxea, vicelehendakari y consejera de Cultura y Políticas lingüísticas; Nöel D'Anjou, consejero de Hacienda y Finanzas, y Andoni Iturbe, viceconsejero de Cultura y Política Lingüística, así como los ya citados representantes de la Diputación y del consistorio donostiarra.
La Euskadiko Orkestra abrió la velada con 'La vie parisienne' de Offenbach. El Easo se unió a ellos para la 'Marcha' y el coro 'Toreador' de 'Carmen' con nivel y la soltura escénica adquirida tras su participación en la ópera la pasada Quincena Musical. Guridi tomó el relevo con el precioso 'Preludio' de la ópera 'Mirentxu', en el que la expresiva soprano Arantza Ezenarro se unió a la orquesta. El precioso 'Claro de luna' de la suite 'Bergamasque' de Debussy mantuvo la delicadeza, acrecentada por la presencia de dos bailarines, que sumaron aún más sensibilidad a la pieza.
La intervención del humorista Rafa Mazo como el pijo Fabiolo, hablando con su móvil y paseándose entre el público vestido con su traje de tenista de Lacoste, relajó el ambiente creado por las obras precedentes y sirvió de presentación para la actuación de Anje Duhalde y Mixel Ducau, fundadores del histórico grupo Errobi y que con el único acompañamiento de sus guitarras, interpretaron dos temas. Su actuación contrastó con la grandeza del conocido 'Va pensiero' de 'Nabucco' de Verdi, a cargo del Orfeón Donostiarra y la Euskadiko Orkestra. La agrupación continuó aún más tiempo en el escenario para interpretar el 'Invierno' de 'Las cuatro estaciones' de Vivaldi con Maxim Kosinov como solista de violín y la danza contemporánea de tres bailarines de Lasala vestidos de un blanco invernal. Aún hubo tiempo para una página de zarzuela con la bella voz de Ezenarro, de volver a reír con Rafa Mazo y de vibrar con la trikitixa, la percusión y los irrintzis del cuarteto femenino Neomak, con su reinterpretación del folclore. Idoia, la Escolanía Easo y el pianista Joserra Senperena cerraron la gala con un carácter intimista.
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