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El sector de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en Euskadi vive en una contradicción. Por un lado, atesora un potencial extraordinario ya que lidera el crecimiento en actividad y también en empleo especializado y estable, pero mira al futuro con algunas inquietudes, relacionadas con la poca vocación, sobre todo en el género femenino, la escasez de perfiles técnicos y de gestión avanzada, y la movilidad del talento. Además, los efectos de la pandemia han sido severos. Y no han hecho sino profundizar estas carencias.
Este periódico ha recabado información a través de Gaia, la Asociación de Industrias de las Tecnologías Electrónicas y de la Información del País Vasco, y los centros formativos de Mondragon Unibertsitatea y Zubiri Manteo para confeccionar un retrato laboral de las compañías y profesionales de esta área. Tomás Iriondo, director general de Gaia, asegura que las empresas asociadas al clúster representan en torno al 7% del PIB en Euskadi y facturan más de 5.400 millones. En cuanto al empleo, supera actualmente los 21.000 profesionales en Euskadi y, aproximadamente, Gipuzkoa representa el 34% del sector. Además, los salarios se han disparado en un año «entre un 10 y un 15%» fruto de la competencia entre las compañías por captar a los mejores -y escasos- profesionales.
Relacionado con el empleo, Iriondo detalla que el crecimiento de las TIC está «condicionado por la escasez» de perfiles técnicos vinculados con las tecnologías habilitadoras: internet de las cosas (IOT), inteligencia artificial, inteligencia experiencial, ciberseguridad o economía del dato.
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¿Pero cuáles son las fortalezas y debilidades del sector en Euskadi? Iriondo subraya como virtudes «el talento, las personas y los equipos humanos. Otra fortaleza es la existencia de un compromiso claro y directo con el desarrollo tecnológico. También la potente red de ciencia y tecnología, así como tener entornos próximos que sirven de experimentación para poner en valor las ventajas competitivas de las soluciones generadas. Y resaltaría la cultura de la innovación colaborativa de Euskadi».
En cuanto a las debilidades, Iriondo cita la «dimensión» de las empresas, la escasez de vocaciones técnicas –especialmente en el colectivo femenino–, así como la «dependencia», en la cadena de suministro, de tecnologías y componentes clave, como son los semiconductores.
El sector atravesaba sus propios conflictos cuando en marzo de 2020 llegó un fenómeno tan inesperado como demoledor: el Covid. ¿Cuál ha sido su impacto? Tras reconocer un «sobreesfuerzo» y un auge de las teleoperaciones, agrega como factores negativos las restricciones en el suministro de componentes y materias primas, y un encarecimiento de los combustibles. Además, como nefasta consecuencia, la pandemia y la guerra en Ucrania «han generado un 'mercadeo' y una especulación inusual» en agentes proveedores de componentes esenciales. ¿El resultado? El precio de muchos componentes tecnológicos «se ha multiplicado por 100», denuncia.
Pero no todo es malo. Desde Gaia defienden que la pandemia ha generado una «maduración y concienciación» de los profesionales hacia el uso de tecnologías. El coronavirus también ha generado una «reestructuración de gastos» y, por tanto, se han incrementado los márgenes empresariales. Evitar tanto desplazamiento y viaje, y aplicar las teleoperaciones han sido «un factor de competitividad», señala.
Con este contexto, ¿qué previsiones maneja el sector para 2022? Iriondo precisa que perseguían un crecimiento por encima de los dos dígitos en facturación, exportación e inversión en I+D, mientras que en la variable de la contratación la clave reside en la disponibilidad de las personas. Con todo, el estallido de la guerra en Ucrania puede poner patas arriba estas expectativas.
Osane Lizarralde, coordinadora del grado dual de Ingeniería Informática de Mondragon Unibertsitatea, también conoce bien las necesidades de las empresas vascas. Reconoce que «existe una alta demanda de estos perfiles y la realidad es que no la cubrimos». Entre los más solicitados se hallan los profesionales de análisis de datos, ciberseguridad y computación en la nube.
Actualmente hay en torno a 200 alumnos formándose en Mondragon Unibertsitatea, donde ofertan los títulos de ASIR –istración de sistemas informáticos en red–, grado de ingeniería informática y el máster universitario de análisis de datos, ciberseguridad y computación en la nube.
En cuanto al impacto de la pandemia, Lizarralde asegura que «apenas» afectó en informática porque todos los proyectos en marcha «se mantuvieron». Donde sí reconoce que existe un margen de mejora es en impulsar la vocación femenina. «Ha habido años en los que no hemos tenido alumnas y ahora estamos, más o menos, en la media estatal. Entre un 11 y un 13% de nuestro alumnado es femenino», dice.
Para revertir la situación pide ayuda a todo el mundo, comenzando por el mundo «de la publicidad, el cine y las series», donde se mantienen estereotipos que no ayudan. «Los jóvenes utilizan la tecnología y hay que darle naturalidad. Esta es una profesión muy transversal. Todos debemos contribuir a construir las bases de conocimiento en lógica computacional desde la infancia, aprender a pensar cómo trabajan las máquinas y también crear vocaciones femeninas. En definitiva, construir referentes», concluye.
Desde el instituto donostiarra Xabier Zubiri Manteo, su jefa de Estudios de FP, María José Santamaría, coincide con sus compañeros y señala que los perfiles más demandados son los relacionados con la istración de sistemas informáticos y redes, y con la programación de sitios web y aplicaciones para dispositivos móviles. Este centro ofrece formación para hacer frente a esta demanda que, año tras año, «hemos detectado va en incremento». Además, hay empresas que «nos solicitan» perfiles más especializados para hacer frente a sus necesidades, que «intentamos solventar» ofreciendo Cursos de Especialización en Ciberseguridad y Programas de Java Avanzado a modo de Máster de FP, donde todo el alumnado que cursa lo hace en Formación Dual».
El objetivo que persiguen es que su alumnado adquiera «competencias y habilidades generales» para que el abanico de puestos de trabajo a los que puedan acceder sea el más amplio. En la mayoría de los casos, agrega, el alumnado recibe una formación «avanzada» que se complementa con formación específica en la empresa.
En Zubiri Manteo, donde cuentan con 777 alumnos de FP, de los cuales 300 estudian ciclos formativos relacionados con las TIC, no quieren únicamente dotar de conocimientos del siglo XXI, sino que tratan de ir más allá. ¿Cómo? Desarrollando competencias transversales como son «la autonomía, el compromiso, la colaboración...».
Además, el sector debe enfrentar otros retos como «la velocidad en la evolución de la tecnología, que da vértigo». Santamaría asevera que existe «una tendencia» donde se intenta integrar servicios que se encuentran en equipos de la empresa con servicios ofrecidos desde la nube, es decir, de grandes empresas como Amazon, Google o Microsoft entre otras, denominada nube híbrida. «Esto nos ofrece campos de actuación que se están abordando, sin dejar de lado tecnologías relacionadas con la ciberseguridad, blockchain, inteligencia artificial..., que ya llevan varios años entre nosotros».
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