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JAVIER PEÑALBA
Domingo, 14 de febrero 2016, 08:32
Un vídeo borroso, de una calidad que deja bastante que desear, ha constituido la principal prueba de cargo contra Pablo Ibar. Hoy esta evidencia sigue vigente y seguro que la Fiscalía de Estados Unidos se agarrará a ella como única vía que tiene para alcanzar su objetivo que, en estos momentos, no parece otro que conseguir que Pablo Ibar vuelva a ser condenado por el triple crimen que ya en 2000 le llevó al corredor de la muerte. Sin embargo, el ministerio público no tendrá en el próximo proceso las facilidades que tuvo en el anterior juicio. El vídeo ya no goza del igual peso probatorio, máxime después de que el Tribunal Supremo de Florida anulase la condena a muerte del recluso de origen guipuzcoano y ordenase la repetición del juicio. Los magistrados concluyeron que no hay evidencias físicas que «conecten» al acusado con el crimen.
«Estoy condenado por un vídeo borroso», llegó a manifestar Pablo Ibar en una entrevista concedida a este periódico hace cuatro años. Pero en realidad ¿qué es lo que este vídeo muestra? Se trata de una grabación realizada desde una cámara de seguridad oculta en lo alto de una estantería, en el salón del chalet de Casimir Sucharski, el dueño de un local de alterne de Miami y que fue una de las víctimas del asesinato junto a las modelos Marie Rogers y Sharon Anderson, ambas de 25 años.
Con una duración de 22 minutos, las imágenes ponen en evidencia la irrupción en 1994 de dos individuos en el salón del domicilio de Sucharski. El propietario se encontraba de pie, acompañado de las dos jóvenes. Ambas aparecen sentadas en torno a una mesa. Uno de los asaltantes vestía una sudadera oscura; el otro una prenda similar amplia y clara. Uno de ellos llevaba la cabeza cubierta con una capucha; el otro portaba una gorra con visera.
El primero en entrar fue el hombre de oscuro que, de acuerdo con la versión de la Fiscalía, era Seth Penalver, que fue detenido junto a Pablo y posteriormente juzgado y condenado a muerte por estos mismos hechos. Sin embargo, su caso fue revisado. Se ordenó un nuevo juicio y quedó absuelto.
Los disparos
Transcurridos cerca de veinte minutos, la grabación recogió los momentos críticos en los que el hombre de claro, que según el fiscal era Pablo Ibar, disparó contra las víctimas indefensas. Tras consumar el crimen, el asesino ocultó su arma en la cintura y se encaminó hacia la cámara. Pasó delante de ella y al regresar, el objetivo recogió el instante en el que se despojó de la capucha, con la que se secó el sudor de la frente. Segundos después, el autor de los disparos pasó de nuevo ante el vídeo. Fue en ese momento cuando la grabación, pese a ser de una pésima calidad, permite vislumbrar a un joven de aspecto latino que se echa la capucha sobre el hombro antes de abandonar la dependencia.
Este es el vídeo que para la Fiscalía constituye la prueba irrefutable de que Pablo Ibar tuvo una participación directa en los hechos.
Informe pericial
La teoría fiscal, sin embargo, ha tratado de ser rebatida todos estos años. La familia y la defensa de Ibar sostienen que la fotografía que la Policía obtuvo de las imágenes había sido manipulada y los rasgos faciales acomodados a los de Pablo Ibar.
Pero sin duda la respuesta más contundente contra los intereses del ministerio público llegó hace siete años mediante un informe elaborado por Raymon W. Evans, director de la Unidad del Arte en la Medicina con sede en la Universidad de Manchester (Reino Unido). Este experto en identificación facial, fundador de las empresas Foreign Image Analysis Group y Forensic Image Scientific Working Group, estudió las características morfológicas de Pablo con la persona que aparece en el vídeo.
Sus conclusiones fueron presentadas en 2009 durante las sesiones en las que el abogado de Ibar demandó que se celebrase un nuevo juicio. Evans afirmó que dada la mala calidad y la escasez de pruebas de vídeo e imágenes fijas y las diferencias entre Ibar y la persona que cometió el delito, «simplemente» no era posible llegar a la conclusión de que el perpetrador y Pablo Ibar son la misma persona».
El especialista explicó que «las diferencias observadas» arrojaban «muchas dudas acerca de cualquier conclusión de que Pablo sea la persona que aparece en la cinta de vídeo o las imágenes extraídas de éstas». Y añadió que por el simple hecho de que alguien tenga cierto parecido con otra persona «no nos permite llegar a la conclusión de que son una y la misma persona».
De igual modo, el perito expuso que todas las similitudes y diferencias estaban basadas en el uso de material de calidad muy deficiente. «El mal estado del material del delito impide su utilización en cualquier ejercicio de identificación positiva y no debe confiarse en el mismo para esta labor», dijo entonces el Raymon Evans.
Su testimonio fue tan demoledor que la Fiscalía Estatal de Fort Lauderdale se olvidó de las pruebas y tuvo que recurrir a artimañas con el único objetivo de desacreditar al experto. De esta forma, manifestó que el perito carecía de «cualificación y experiencia», todo un clásico en las salas de vistas, no solo en Estados Unidos, sino también en los procesos que se celebran en España y en Gipuzkoa.
Próxima vista
Estas imágenes están llamadas a concitar el debate en el próximo juicio, cuando Pablo vuelva a ser juzgado, esta vez con todas las garantías legales. Entonces, la Fiscalía tendrá en frente, no a un abogado agobiado por problemas personales como tuvo en 2000, sino a un equipo jurídico de prestigio dirigido por Benjamin Waxman que desde que asumió la defensa de Ibar ha logrado reunir muchas más pruebas. Waxman cree que podrán demostrar que la persona que aparece en las imágenes no es Pablo.
El Tribunal Supremo de Florida, en la sentencia hecha pública recientemente, dirigió una dura crítica al anterior letrado precisamente por no presentar a un experto en identificación facial que pudiera explicar las diferencia físicas entre Ibar y el autor del crimen que aparecía en el vídeo. Le acusa de no «demostrar que la calidad de las imágenes era tan pobre que eran inadecuadas para realizar una identificación fiable».
Concluyen los magistrados que dada la «debilidad» del caso contra Pablo Ibar, «en el que no había evidencias físicas que le vincularan al crimen, el papel que ha jugado la identificación derivada del vídeo ha sido determinante».
El debate sobre el controvertido vídeo está servido.
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