«Empezó a soplar un aire muy caliente y no podíamos ni abrir los ojos. Fue un caos»

«Fue de repente. Llegó un aire muy caliente y no veíamos nada. Fue un caos». Es el resumen que hace una cuadrilla de Segura que fue testigo del desastre ocurrido en el festival Medusa de Cullera, Valencia, donde ayer de madrugada murió un joven de 22 años y 40 personas resultaron heridas después de que se desprendieran varias estructuras del escenario principal a causa del viento. Las 50.000 personas que se encontraban en el recinto fueron desalojadas y la organización ha cancelado este festival de música electrónica.

Entre los asistentes se encontraba una cuadrilla de siete amigos de Segura, que en el momento del suceso, pasadas las 4.00 horas de la mañana, estaban en el escenario principal, muy cerca de una de las estructuras que acabó cayendo. «De repente comenzó a soplar un aire muy muy caliente que levantó muchísima arena. No se podía ni estar, porque nos entraba en los ojos», relata Beñat Jauregi. Fue lo que se denomina un reventón cálido, que provocó fuertes rachas de viento. A partir de ahí se apagó la música y comenzó «el caos». «No veíamos nada. La gente empezó a moverse y empezaron a desalojarnos: había mucha policía y empezaron a llegar las ambulancias». Ni siquiera se percataron de que la estructura que estaba junto a ellos se había caído. «Veíamos que se movían hasta los altavoces y se cayó también parte del baño», relatan.

Una vez fuera del recinto, comenzó la incertidumbre por los mensajes que empezaban a llegar. «Al principio no sabíamos que había heridos, los puestos de comida seguían funcionando y todo. Ya fuera, un chico gritaba que 'se ha muerto una niña'. Otro nos contó que había visto a un chico con la cabeza abierta y a otro al que estaban reanimando. Cuando llegamos a casa supimos que había muerto», relatan los segurarras.

Además del joven fallecido, tres personas resultaron heridas con politraumatismos, catorce sufrieron contusiones leves y el total de asistencias sanitarias se elevaron hasta las 40. «Ha sido una locura y una pena por el chico muerto. Esto pasa por no hacer bien las cosas, si está todo bien amarrado no tiene por qué volarse nada», se lamenta Ander, de Donostia, que también estaba en el festival.

La Guardia Civil destacó ayer que la evacuación de las 50.000 personas que se encontraban en el recinto fue «un éxito» porque se realizó en 40 minutos. En parte, gracias a que la mayoría de los asistentes no sabía lo ocurrido y no se propagó el pánico. La oñatiarra María Balzategi y sus amigos también fueron testigos de lo ocurrido. «Hemos tenido mucha suerte», aseguró en declaraciones a Euskadi Irratia. «Hacía mucho calor y de repente se levantó un viento muy fuerte», relató la joven, que explicó que la evacuación se hizo de forma tranquila, aunque sin mucho orden: «Nos sacaban por cualquier lado». Afirmó que algunos de los asistentes tuvieron que esquivar el cadáver del joven fallecido.

La dirección del festival, que ha cancelado la edición, emitió un comunicado ayer asegurando que se encuentran «completamente desolados y consternados» por lo ocurrido y mostrando nuestras profundas y sinceras condolencias a los familiares y amigos afectados por las fatales consecuencias acaecidas». Asimismo, achacaron lo ocurrido a un fenómeno meteorológico «devastador e inesperado». El Gobierno valenciano ha pedido que se investigue si se tuvo que tomar alguna decisión para evitar lo ocurrido.