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La baja natalidad y el aumento de la esperanza de vida han hecho que en las últimas cuatro décadas la población de más de 65 años se haya duplicado en Euskadi, por no hablar de la de más de 85 años, que se quintuplicado, según los últimos datos de Eustat. Aún más notorio ha sido el aumento de la población de más de 65 años que vive sola, ya que, de las 118.226 de personas que residen solas en Euskadi, el 43,7% tiene 65 o más años y a partir de los 85, el 80% de las personas que viven solas son mujeres. Una de ellas es Felisa García.
Felisa nació hace 94 años en Estella, Navarra, pero se trasladó a Donostia junto a su marido Santiago cuando apenas tenía 24. Hace 18 años Santiago falleció y desde entonces ha vivido sola, doce años en su casa «de toda la vida» en Amara, «hasta que derribaron el edificio hace cuatro años» y tuvo que trasladarse a vivir a Morlans.
La casa de Felisa está llena de fotografías, que resumen los momentos más importantes de toda una vida. Una foto junto a Santiago cuando apenas eran novios cuelga de la pared, mientras que una foto de la boda de Elena, una de sus dos hijas, ocupa un lugar en un mueble de madera. Fotos familiares junto a sus cuatro nietos adornan una pequeña mesita y fotos de la comunión de sus seis bisnietos se encuentran sobre el mueble de la televisión.
Su rutina «es todos los días la misma», se levanta de la cama a las 10.00 de la mañana, desayuna, se arregla y a las 12.00 del mediodía sale a dar un paseo, luego vuelve a las 14.00 a casa para comer, «yo misma me guiso», presume. A las 15.45 sale otra vez, esta vez a jugar al bingo y a las cartas y vuelve a las 21.00 a casa para cenar. «La limpieza la suelo hacer yo, pero una vez a la semana viene una chica una hora para ayudarme con las tareas más pesadas», cuenta. «La verdad es que no me puedo quejar, porque puedo hacer lo que quiera, salgo a donde quiera y tengo la cabeza bien y mientras esté bien de salud, viviré sola en casa».
Felisa también pertenece al Club de Jubilados Jatorra, en donde pasa la mayoría de sus horas, aunque también suele visitar otros centros de jubilados, por ejemplo, el de Larratxo, en donde vive una de sus hijas. «Vamos más de 80 jubilados al bingo», cuenta con gran elocuencia y en un tono alegre. «Solo hay cuatro parejas, el resto son todas mujeres. Además, no soy la única, todas mis amigas también viven solas», explica.
Entre los 70 y los 74 años 2 de cada 3 personas que vivían solas eran mujeres
Entre los 80 y los 84 años
Entre los 70 y los 74 años 2 de cada 3 personas que vivían solas eran mujeres
Entre los 80 y los 84 años
Entre los 70 y los 74 años 2 de cada 3 personas que vivían solas eran mujeres
Entre los 80 y los 84 años
Entre los 70 y los 74 años 2 de cada 3 personas que vivían solas eran mujeres
Entre los 80 y los 84 años
Y es que, según datos de Eustat, en 2021 entre los 70 y los 74 años dos de cada tres personas que vivían solas eran mujeres, mientras que entre los 80 y 84 años, lo eran cuatro de cada cinco. Además, en Gipuzkoa, del total de personas que viven solas, 9.011 tienen más de 84 años. En concreto, en San Sebastián se concentra el 30,5% de las personas de más de 64 años que viven solas y el 31,3% de las de más de 84 años. En términos relativos, las personas de 65 y más años representan el 46,2% de las personas donostiarras que viven solas.
«Las hijas de mis amigas van a visitarlas de vez en cuando y a mí mi hija me llama todos los días, además tengo a mi nieto que vive aquí enfrente y suele venir con frecuencia o puedo llamarle si pasa alguna emergencia», explica. En cualquier caso, Felisa también cuenta con el servicio Beti On, un servicio dirigido a las personas mayores que viven solas. Felisa cuenta que siempre lleva esta medalla colgada en el cuello, aunque solo la ha pulsado dos veces. «Una vez la pulsé por error mientras dormía y me llamaron para preguntarme si pasaba algo y la otra fue porque el corazón me iba muy rápido y me asusté, pero vinieron a atenderme y al final todo quedó en un susto».
El aumento de la esperanza de vida en Euskadi se refleja en Felisa, pero también en sus hermanas, quienes también superan los 90 años. «La enfermedad más grave que he tenido ha sido una operación en la rodilla. Creo que es algo genético, porque de cinco hermanas que éramos, cuatro todavía vivimos. Una vive en Lasarte y otra en Egia y solemos quedar de vez en cuando para vernos y charlar».
La casa de Felisa tiene dos habitaciones, dos baños y una cocina, y ite que «a veces sí se me hace demasiado grande, sobre todo cuando estoy sentada cenando sola en el comedor. Son momentos puntuales, que luego se me pasan», confiesa.
Felisa también suele acudir a la fundación Adinkide, que trabaja contra la soledad no deseada para mejorar la calidad de vida de los mayores. Allí ha hecho varios amigos y suele estar acompañada de los voluntarios.
Además, gracias a su actitud tan positiva, amigas «no le faltan» y de vez en cuando suele hablar con las vecinas de arriba, que «son mis amigas desde que estábamos en Amara».
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Textos Aitor Ansa, Miguel Ángel Mata, Patricia Rodríguez, Javier Guillenea, Jorge Sainz y Marcela Salazar
Fotografías Lusa, Jose Mari López, Lobo Altuna, De la Hera
Desarrollo Gorka Sánchez
Narrativa y gráficos Izania Ollo
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