Veinte años del doble crimen del 14-J

Leitza y Leaburu. El 14 de julio de 2001, en apenas diez horas, ETA asesinó a José Javier Múgica y a Mikel Uribe

A. González Egaña

San Sebastián

Martes, 13 de julio 2021, 06:53

Con menos de diez horas de diferencia y a apenas veinte kilómetros de distancia, ETA tiñó de luto el 14 de julio de hace 20 ... años en Leitza y Leaburu. Escasos minutos antes de las diez de la mañana, la banda terrorista hizo estallar una bomba lapa colocada en los bajos de la furgoneta del concejal de UPN en Leitza, José Javier Múgica. A las 8.15 de la tarde, en Leaburu, cuando aún resonaban las reacciones de indignación y condena por el asesinato del edil navarro, dos terroristas realizaron hasta 28 disparos de subfusil contra el vehículo del subcomisario de la Ertzaintza Mikel Uribe, alcanzándole hasta nueve de ellos.

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«Fue vilmente asesinado por ETA. Era una persona sencilla y humilde, una persona de bien preocupada por mejorar la vida de sus vecinos. Siempre decía que el problema más grave es la falta de libertad, el miedo a expresarse libremente», recuerda veinte años después la familia de José Javier Múgica Astibia. Fotógrafo de profesión y conductor de autobuses, la política no formó parte de su vida hasta que su hermano, enfermo de cáncer, le pidió que tomara su relevo en la única candidatura no nacionalista que se presentaba en el Ayuntamiento de Leitza. José Javier aceptó, acabó integrándose en las listas de UPN y salió elegido concejal en las elecciones de 1999.

En ese momento comenzaron las presiones y amenazas hacia él y sus hijos, incluidas pintadas en la puerta de su tienda de fotografía e incluso la quema de su furgoneta nueve meses antes del atentado mortal. La mañana del 14 de julio de 2001, como muchos sábados, salió de casa después de desayunar para hacer un reportaje de boda. Había mirado los bajos de su vehículo antes de arrancarlo, pero la 'pericia' de los terroristas evitó que el artefacto quedara visible. José Javier arrancó su vehículo para dirigirse a su establecimiento de fotografía y en ese momento estalló la bomba lapa que ETA había adosado entre la caja de cambios y el bastidor de su vehículo. Desde la ventana de su casa, su mujer y dos de sus hijos vieron cómo las llamas acababan con su vida. Múgica tenía 59 años, estaba casado con Reyes Zubeldia y era padre de Daniel, Enrique y Raquel, de entre 27 y 21 años.

Estado en que quedó la furgoneta del concejal de UPN en Leitza tras la explosión de la bomba lapa colocada por ETA en los bajos del vehículo. Imagen de José Javier Múgica Astibia. luis azanza

La viuda de Múgica siempre ha pensado que a su marido «lo mataron por envidia». «Trabajábamos en el salón de casa y como nos iba bien pensamos que si cogíamos una bajera, podíamos tener más encargos. Pero nadie iba a la tienda. Un día nos robaron. Se llevaron todo el material».

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Un responso en el lugar del atentado y una misa recordarán en Leitza al edil de UPN asesinado en Leitza hace 20 años

José Javier se acababa de convertir en el segundo edil de UPN asesinado por ETA tras la muerte del también concejal pamplonés Tomás Caballero, tres años antes. Los Múgica se negaron a instalar la capilla ardiente en el Ayuntamiento leitzarra, gobernado entonces por Euskal Herritarrok, y fue trasladado a Pamplona para su incineración.

Madre e hijos se marcharon de Leitza hace más de una década «por circunstancias de la vida, no porque nos quisiéramos ir del pueblo», asegura Daniel Múgica. Mañana regresarán al pueblo para honrar su memoria. Un responso a las 6.30 en el lugar del atentado y una misa a las 7.30, en la que este año se interpretarán «un par de canciones de las que le gustaba cantar a mi padre» recordarán al edil de UPN.

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El subcomisario de la Ertzaintza Mikel Uribe fue acribillado a tiros. Mientras uno de los etarras le disparaba por un lado con un subfusil ametrallador, el otro vació su pistola del otro lado del todoterreno. Uribe, con uniforme de ertzaina. nacho artero

A Mikel Uribe le descerrajaron 28 disparos, nueve de ellos impactaron sobre su cuerpo y los diecinueve restantes dejaron su huella en el vehículo, un Land Rover Discovery, en el que se había desplazado para cenar con su cuadrilla en la sociedad Zazpi Bide de Leaburu. El subcomisario de la Ertzaintza, de 44 años, casado y con un hijo, y responsable de asuntos internos de la Policía vasca en Gipuzkoa, se vio totalmente indefenso ante los dos terroristas que le acribillaron cuando se hallaba aún dentro del vehículo.

Hombre de costumbres

Era un hombre de costumbres. Cada sábado conducía los 12 kilómetros que separan Legorreta, el municipio en el que residía, de su Leaburu natal donde iba a cenar con unos amigos. Los etarras lo sabían y lo esperaron a su llegada a la sociedad gastronómica, ubicada en la plaza. Ninguno de los amigos, que para ese momento ya se encontraban en el local, presenció los hechos, ya que el mando de la Ertzaintza se encontraba aparcando su coche en un lateral de la sociedad.

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Familia y amigos de Uribe se reunirán en la sociedad Zazpi Bide y le rendirán un homenaje en el monolito en su memoria

«Escuché como dos ráfagas. Rápidamente salí a la ventana y bajé junto con otros amigos a intentar atenderlo», explicó un allegado. «Nos quedamos agachados junto a él, gritando 'han tirado a Miguel Mari, han tirado a Miguel Mari'», decía. Uribe sufrió una parada cardiorrespiratoria, fue atendido en el lugar por los servicios sanitarios y lo trasladaron al hospital Donostia en estado muy grave, donde falleció. En torno a la mesa de la sociedad Zazpi Bide, a la que Mikel nunca pudo llegar, sus amigos y familiares se reunirán mañana como cada 14 de julio en una cena en su memoria. También realizarán una ofrenda floral en el monolito que le recuerda a la entrada del caserío familiar. La asociación Mila Esker se sumará al homenaje y colocará también un ramo de flores en su memoria.

Mikel Uribe Aurkia pertenecía a la segunda promoción de la Policía Autónoma y en el momento de su asesinato era el jefe de la Unidad de Inspección de la Ertzaintza en Gipuzkoa. Antes desempeñó el cargo de jefe de Tráfico en el territorio. En 1996 fue responsable de la Policía vasca en Hernani, donde el entorno de ETA acusaba en esa época a la Ertzaintza de participar en la «ocupación y el hostigamiento» de la población. Mikel fue, en ese momento, el undécimo de los quince ertzainas asesinados por ETA. Su hermano Juan Ignacio aseguró tras el atentado que «cuando se mata no hay libertad y es una pura dictadura».

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