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«Mi hija lleva una semana quejándose de la comida en la ikastola. Que si está mucho peor que la de antes, que si pica...». ... Es la confesión del padre de una niña de 8 años que estudia en la ikastola Langile de Hernani, donde ayer los pequeños se quedaron casi sin comer al retirárseles el primer plato (alubias) y el segundo (pescado) por motivos de seguridad.
En el primer caso, por indicación urgente del Gobierno Vasco tras conocerse que en La Rioja las alubias que había suministrado la misma empresa (Serunion) venían acompañadas de gorgojos, unos insectos similares a un pequeño escarabajo o cucaracha que suelen aparecer en alimentos contaminados. En el caso del pescado, porque un compañero descubrió un gusano en su ración.
Los acontecimientos se han precipitado en este centro, donde los alumnos «han notado un cambio radical en la calidad de la comida en la última semana», añade este padre, que explica que Serunion ha sustituido desde el 2 de noviembre al anterior proveedor (Ausolan) y «desde entonces las quejas no han parado».
Lo corrobora la hermana de otro alumno del mismo centro, este de 9 años. «Nos dice que la nueva comida es horrible».
Por ello, cuando se enteran de que el Gobierno Vasco ha decidido tomar cartas en el asunto y va a intentar rescindir el contrato con la empresa, muestran expresión de alivio y exclaman al unísono con un significativo «¡Ojalá!».
A pesar de ello los padres de la ikastola Langile de Hernani han decidido protestar por la situación en la que se encuentran sus hijos mediante una cacerolada que tendrá lugar este domingo a las doce del mediodía. Animan a toda la ciudadanía a sumarse a la protesta que arrancará a las 12.00 horas desde la plaza del Ayuntamiento de la localidad.
No es el único caso que ha salido a la luz en Gipuzkoa. En el Koldo Mitxelena de Errenteria, la semana pasada su directora denunciaba en este periódico que «la comida es de bastante peor calidad que la que teníamos antes, a veces ronda el mal estado. De hecho, nos ha llegado fruta podrida», se quejaba. Además de la calidad, criticaba el servicio: «Un día se olvidan del pan y al otro no traen los yogures». Y la cantidad: «Ha habido días en los que los monitores se han tenido que quedar sin comer porque no había comida para todos».
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