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«Soy cocinero, tengo 51 años y la sensación de estar llegando tarde a algunas cosas después de toda una vida pensando que había llegado ... demasiado pronto a muchas otras; es como pasar de ser el más pequeño en todas partes a ser el mayor». Lo dice Lorenzo Herrero, cocinero y poeta, en la presentación de 'Este es el último poema que te escribo', título que paradójicamente corresponde a su primer libro, y que es una colección de textos «escritos a ras de suelo», según sus propias palabras.
Lorenzo Herrero es cocinero de larga trayectoria en los fogones donostiarras, más de 'cocina verité' que de guías con estrellas. Durante años ofició en la sociedad Basollua, ha estado en numerosos locales y ahora gestiona con sus compañeros el Kobak del barrio donostiarra de Benta Berri, a la vez que da clase cocina en Cebanc. Pero no es noticia por sus platos, sino por sus poemas. Según escribe en su presentación, «no creo en Dios porque no me lo supieron vender, pero creo en las personas, en la magia que hay en una sartén, en los helechos que bordean el camino y en las nubes que anuncian la tormenta».
'Este es el último poema que te escribo' Lorenzo Herrero
Estilo: Poesía Editorial: Delecé
Páginas: 132 Precio: 15 euros
«Siempre he escrito», explicao Herrero. «De joven hacía poemas, pero luego abandoné. Hace unos años recuperé la escritura, a veces solo como textos de Instagram, y empezaron a tener eco. Una editorial de Toledo, Delecé, me ó para publicarlos y me animé. Soy consciente de todas mis limitaciones: hago poesía de lo cotidiano, a ras de suelo, y quizás eso sirve para conectar mejor con los lectores».
Herrero subraya que la pandemia aceleró la vena poética. «Para mí la familia es importante y lo hemos pasado mal: se murió mi padre (muchos donostiarras lo recordarán porque era uno de quienes regentaba el popular bar Majusi de Amara) y mi madre queda como un tronco que nos une, un nexo que irradia cariño. Uno de mis poemas favoritos es 'los geranios de mi madre' porque intento simbolizar lo que ella supone para nosotros a través de esa flor. Pienso que muchos se verán también ahí representados. Tengo tres hijos y me gustan los geranios, aunque ahora solo tengo uno. Algún día tendré un balcón lleno de ellos, como el de mi madre cuando éramos pequeños. Ahora encontrarme con un esqueje sobre una mesa a la hora de montar la terraza ya me sugiere unas líneas».
A Lorenzo Herrero le gusta llevar a la escritura la idea de «menos es más». «El mejor poema es el que con solo dos versos emociona al lector, Yo no me voy a poner a escribir sonetos, pero sí a contar historias que me ocurren entre cazuelas», asegura. En su libro lo resume así: «Siempre he creído que la belleza de un verso es el trazo de un cuadro perfecto. He pensado que una buena estrofa es un viaje abierto, sin destino. Sueño con un poema que me erice la piel, que me obligue a releerlo. Camino por el lado más seguro de la vida, sin desgaste y sin título. Busco el ritmo de las palabras en los libros de quien iro. Creo en las estaciones, las musas, las libretas y la inaspiración. Veo, quiero y siento que cada página de un libro es un triunfo. Romantizo el papel, su olor, la textura y cada punto y seguido. Beso cada sílaba que me lleve hasta ti».
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