El coraje de seguir adelante

Aquellas jornadas fueron de intenso dolor, rabia, miedo y coraje, porque había que seguir informando, plantando cara. Y lo hicimos, vaya si lo hicimos. Pero no éramos héroes, porque el miedo también anidó en nosotros, por eso pedimos a la Ertzaintza que nos diera un cursillo de autoprotección. No sé si fue una decisión acertada. Recuerdo que cuando acabó la miniinstrucción le comenté a un compañero que todo aquello era inútil, que si iban a por ti no había escapatoria. Eran tantas la situaciones a controlar: vigilar por la ventana antes de salir de casa, mirar debajo del coche, salir del garaje con la puerta semiabierta y sin el cinturón de seguridad, por si había que escapar... De periodista a 'Rambo' en 24 horas. De locos.

Eso sí, algo saqué en limpio: conservo el manual que nos entregaron. Lo guardo para enseñárselo a mi hija, para que sepa de dónde venimos y así sirva de homenaje a Santi y a su familia, y a tantos otros a los que se asesinó tras ser señalados por aquellos que decidieron 'socializar el sufrimiento', un subterfugio dialéctico que no consigue ocultar la vileza que rezuma. También saqué en limpio el enorme apoyo recibido de la sociedad guipuzcoana. Las muestras de solidaridad fueron numerosas y sinceras. Mucha gente, especialmente nuestros lectores, hicieron suyo el asesinato de Santi. De alguna manera, comprendieron que la agresión también iba contra ellos.