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Sábado, 9 de mayo 2020
Para los langostinos:
16 langostinos grandes
4 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
20 g de ajo picado
60 g de whisky
El zumo de 3 limones
150 g de mantequilla
2 cucharadas de perejil picado
Sal
Pelamos los langostinos, con cuidado de dejar al descubierto la cola, pero unida a la cabeza, para una vez cocinada poder rechupetearla. Con un cuchillo afilado rebanamos unos milimetros la cola por su parte trasera y a lo largo, de forma que dejemos al descubierto el intestino negro que la recorre, retirándolo cuidadosamente. En una bandeja o plato en la que reposen ya todos los langostinos limpios, los sazonamos por todas sus caras.
En una sartén amplia en la que quepan todos los langostinos o al menos en dos tandas, añadimos el aceite de oliva y lo acercamos a fuego fuerte, añadiendo en cuanto veamos que adquiere temperatura los langostinos. Los salteamos de forma que se doren razonablemente por todas sus caras y la cabeza se tueste igualmente. Serán necesarios al menos 40 segundos por cada cara, dependiendo de la intensidad del fuego y el grosor del marisco. Cuando veamos que están dorados y ha pasado el tiempo, añadimos el ajo picado y damos unas vueltas, de forma que se empapen de su aroma. Los retiramos del fuego a un plato. Añadimos a la misma sartén el whisky, bajamos la intensidad del fuego y dejamos reducir unos segundos, teniendo precaución de que si prende el alcohol y se forma una llama, no nos quememos. Añadimos entonces el zumo de limón y dejamos también que se reduzca al fuego unos minutos, sin que se nos seque en absoluto el jugo del fondo.
Volvemos a introducir los langostinos en esta salsa, damos unas vueltas rápidas, añadimos la mantequilla fría en dados y dejamos que ligue la salsa dando un aspecto muy sabroso y apetecible. Unas pequeñas vueltas para que se empapen bien las colas y las cabezas, espolvoreamos el perejil, rectificamos si es necesario el sazonamiento y servimos.
Retiramos los langostinos del fuego antes de añadir el alcohol, porque normalmente prende el fuego y no es aconsejable que los caparazones o antenas de cualquier marisco se quemen. Luego el guiso adquiere un desagradable tono amargo. Haced este consejo extensible para cuando hacéis una sopa de marisco o elaboréis una salsa americana, evitad siempre que el fuego provocado por un alcohol os queme las carcasas de cualquier marisco.
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