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ANA CHUECA
SAN SEBASTIÁN.
Miércoles, 3 de julio 2019, 06:21
La arquitectura del edificio sobresale entre las viviendas residenciales de su alrededor. Se respira una aparente tranquilidad en la sede del Basque Culinary Center, ... en el paseo Juan Avelino de Barriola, en Donostia. La quietud se rompe al abrir una puerta al azar. Cuatro estudiantes preparan en una cocina el menú para su Trabajo Fin de Grado. En otra sala, tres cocineros experimentados prueban la eficacia de un nuevo robot de cocina. Una planta más abajo, se cata un producto gastronómico y se apuntan consejos para mejorarlo. En la sala contigua, un emprendedor atiende a una pizarra llena de pautas para que su negocio salga adelante. Mientras, en la entrada, un 'entusiasta' o amateur de la cocina se decide entre realizar el curso intensivo de verano o el de especialización en pescado.
En el Basque Culinary Center, la primera facultad gastronómica del mundo, se enseña a cocinar, pero también educación alimentaria, sostenibilidad para no desperdiciar la comida e incluso integración a través de la comida. Además de innovación, emprendimiento, transformación tecnológica y gestión empresarial. «Tenemos mucho que aportar más allá del restaurante», subraya Joxe Mari Aizega, director general del Basque Culinary Center, basándose en los datos del impacto económico generado en Gipuzkoa.
Desde que Basque Culinary Center abriera sus puertas en 2011, su impacto se ha valorado en 136,6 millones de euros, con una aportación al PIB de 74,8 millones de euros y un retorno para la istración de 22,5 millones. «No es más que el reflejo del desarrollo que está teniendo el Basque Culinary Center. Los datos ponen en números los resultados de todos los proyectos que llevamos a cabo», asegura Aizega. «Hace ocho años se decidió hacer una apuesta pública y privada por este proyecto. Los datos demuestran que fue un acierto».
El director general no se cansa de demostrar y enseñar a todo aquel que visita el centro que este es mucho más que una cocina moderna. «Es lo que más sorprende a los visitantes del Basque Culinary Center: la amplitud y diversidad de actividades», destaca. Ese es precisamente uno de los ejes para que en 2018 el centro consiguiera un impacto de 24,4 millones de euros en Gipuzkoa, casi un 60% más que en 2014.
Los tres ámbitos en los que se divide la actividad del Basque Culinary Center, el área académica, la promoción de la gastronomía y el centro tecnológico, según concreta Aizega, se caracterizan por una «visión multidisciplinar que une la cocina con la ciencia, la cultura y la gestión empresarial». Esta pasa por entender la gastronomía desde una perspectiva de 360 grados, lo que significa «participar en una cadena de valor que alberga sectores y realidades diferentes». Esto se une a la visión emprendedora que tiene el Basque Culinary Center como bandera. «Hoy en día el mundo va muy rápido, por lo que hay que ser una entidad muy dinámica para no perder el ritmo», enfatiza el director general.
El resultado de la mezcla de estos ingredientes es el impacto local que la entidad, «reconocida mundialmente por su prestigio», tiene más allá de las cifras y datos económicos. «Muchos de nuestros alumnos, de más 32 países, se quedan trabajando aquí», desvela Aizega. «También innovamos y desarrollamos nuevos productos con empresas locales y ayudamos a distintos emprendedores del mundo a que instalen sus negocios aquí». En este momento están desarrollando un software de cocina, trabajan en embutidos vegetales e investigan sobre cuál es el mejor método para envasar insectos. Eroski es una de las empresas con las que están colaborando en su línea de productos 'Seleqtia'. Fagor industrial, Lacar, Sanic y Telefónica son otras de las empresas, del ámbito más tecnológico, con las que el Basque Culinary Center desarrolla distintos servicios y productos. En la entidad no se quedan solo en las técnicas de elaboración. Asesoran financieramente a los emprendedores, ponen en o a los clientes y cualquier otra cosa que esté en su mano para favorecer la creación de negocios. En los últimos cinco años han colaborado en la fundación de 50 nuevas empresas.
Fiel al espíritu emprendedor, uno de los nuevos retos a los que se enfrenta el Basque Culinary Center es 'LABe', un laboratorio digital de gastronomía que nace de la unión de la cocina y la transformación tecnológica. La iniciativa, en colaboración con el Ayuntamiento de Donostia, la Diputación de Gipuzkoa y el Gobierno Vasco, busca crear un centro tecnológico en el que investigar sobre la digitalización de la gastronomía.
Otro de los ejes fundamentales del Basque Culinary Center siempre ha sido la formación ligada a la investigación. «No hay mejor forma para lograr que se siga investigando que crear un Doctorado», asegura Aizega. Para ello ya cuentan con media docena de estudiantes «que quieren seguir estudiando cocina y no tienen dónde hacerlo». El Doctorado está en proceso de verificación para poder comenzarlo con el siguiente curso académico en septiembre. También apuestan por la formación online. Dirigida a profesionales, personas relacionadas con el turismo gastronómico e interesados en el mundo de la coctelería, los cursos online son «otra vía para que cualquiera pueda estudiar».
En el paseo Juan Avelino de Barriola no descansan por mostrar todo lo que la gastronomía puede dar de sí: «Estamos aquí y aquí vamos a seguir ayudando a la sociedad vasca y guipuzcoana». Aunque nunca se han puesto unas metas de crecimiento, asegura Aizega, ven el futuro con «la misma dinámica de crecimiento y vocación de seguir promoviendo el potencial de la gastronomía».
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