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El paro de los cazadores en Gipuzkoa, resuelto después de cinco meses de conversaciones entre la Federación y la Diputación, ha tenido su impacto en ... el control de la población de los jabalíes. El creciente uso de las trampas colocadas durante ese tiempo de inactividad por el Departamento de Equilibrio Territorial Verde de la Diputación estuvo lejos de llegar a las cifras de captura de ejemplares que los cazadores suelen lograr en ese mismo período de tiempo, plasmando que esa vía no se puede contemplar como un método de sustitución de la caza tradicional y se trata solamente de una vía complementaria de control de la población.
El diputado Xabier Arruti explicó que durante el paro de 150 días, que comprendió cinco meses entre el 1 de septiembre y el 31 de enero, día en el que se retomaron las batidas, los cazadores deberían haber capturado aproximadamente 1.200 jabalíes. La Diputación empleó las doce trampas 'Pig Brig' que había adquirido como medida de respuesta a ese vacío que se estaba produciendo, con el resultado de 250 ejemplares capturados. Por lo tanto, «se han perdido cinco meses» y hay «950 jabalíes más de los que debería haber».
Se recurrió a esa herramienta al comprobar que «empezaron a aumentar los daños que los jabalíes estaban provocando en el campo, pero también percibimos un ascenso en los accidentes de tráfico relacionados con la actividad de los jabalíes y en la inseguridad en la carretera».
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Con la implementación de esas trampas, que no están en un sitio fijo y van cambiando su ubicación, Arruti reconoce que «hemos hecho un buen trabajo», pero recuerda que «tenemos casi mil jabalíes más que en una temporada de caza normal». De todos modos, y a pesar de que la caza ha regresado a su actividad habitual, estas trampas continúan desplegadas porque «es necesario aplicarlo durante el tiempo, el jabalí demuestra que se puede adaptar al terreno y se puede reproducir rápidamente», aunque sobre todo «se utilizan en puntos en los que han provocado daños en la agricultura o el cultivo, o donde no está permitida la caza, como en entornos periurbanos, cerca de los caseríos o en vías de comunicación».
Estas trampas 'Pig Brig', que puede traducirse como 'cárcel de cerdos', «se están adaptando bien a la problemática del territorio». El funcionamiento es simple. Se trata de una estructura circular rodeada y cerrada por una red por la que los jabalíes pueden entrar pasando por debajo de ella para acceder a la comida –maíz, trigo tubérculos...– que se les echa en el interior del círculo, pero no pueden salir porque esa propia red tan solo se puede empujar para superarla en la dirección de entrada. El círculo tiene un tamaño considerable, por lo que «es capaz de atrapar a toda la manada que está causando problemas», ya que todos los ejemplares se lanzan a por la comida y quedan atrapados.
Arruti aclaró que «es una trampa para pillar a los propios jabalíes, no afecta a otras especies y es seguro tanto para los que lo utilizan como para el resto de personas que caminan por el monte y se la encuentran, también para sus mascotas o para los animales de ganado. Garantiza el bienestar animal, no se le daña». La trampa está monitorizada en todo momento por unas cámaras por las que se puede observar los jabalíes que han entrado a la jaula. Se da el aviso y un guarda forestal se encarga de abatir de un tiro al animal.
Arruti recordó que este método es complementario a la caza, y preguntado en la comisión si la continuidad de ese sistema de trampas se puso en algún momento en duda durante la negociación con la Federación y los cazadores, el diputado de Equilibrio Territorial Verde descartó que hubiera existido esa opción. «No ha sido motivo de discusión, las trampas no las hemos puesto sobre la mesa en este proceso. Estas jaulas se ponen en lugares y situaciones concretas y se tienen que utilizar así. Por ley está prohibido utilizar estas trampas, su uso está limitado a un plan y unas fechas concretas. Nuestra primera opción es la caza, pero en algunos casos no es posible y hay que utilizar otras herramientas. Los cazadores lo ven como una competencia, pero hoy en día hay mucho jabalí para los cazadores, para las medidas preventivas y para las trampas. No hay incompatibilidad» aseguró, y reiteró que «este método no sustituye la caza, su función es arreglar los graves problemas que surgen en zonas concretas».
Además, añadió que en la actualidad la caza y las trampas son prácticamente las únicas vías existentes para combatir la sobrepoblación, y por eso mismo animó a seguir trabajando en la materia. «No hay otras medidas preventivas, hay mucho margen para hacerlo».
Poniendo la sobrepoblación en datos, el diputado expuso, para dar muestra de la sobrepoblación, que «en la temporada de caza 2000/01 se cazaron 500 ejemplares, y en la 2019/20, 2.644. En los tres-cuatro últimos tres años se ha conseguido frenar el crecimiento exponencial de los jabalíes y su población ha bajado un 25%».
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