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Lourdes Gómez
Londres
Lunes, 12 de mayo 2025, 20:59
El primer ministro británico, Keir Starmer, anunció este lunes un paquete de medidas dirigidas a restringir la entrada y asentamiento de extranjeros en el Reino ... Unido a fin de evitar que el país se «convierta en una isla de extranjeros». El mandatario laborista hizo suyo el lema de los partidarios del Brexit al describir su plan migratorio, que incluye la promesa de reducir «significativamente» la inmigración neta anual, como una receta lógica y necesaria para «recuperar el control de nuestras fronteras y cerrar un miserable capítulo» en la política, la economía y la sociedad del exsocio insular de la Unión Europea.
Las medidas se detallan en un 'libro blanco', que la ministra de Interior, Yvette Cooper, presentó horas después en el Parlamento de Westminster. Pero, de entrada, ambos extremos del espectro político atacaron el proyecto migratorio del nuevo y centrista Ejecutivo laborista, que se ha hundido en popularidad desde la victoria electoral de julio de 2024. El partido acaba de sufrir un serio varapalo en los comicios locales y regionales, que han verificado el auge de Reform UK, la populista, antinmigración y euroescéptica pequeña formación del diputado nacionalista inglés Nigel Farage.
Starmer negó el móvil político como pistón de su apuesta para contener la migración legal. También rechazó que la dureza en el tono y el alcance de las restricciones proyectadas fuera una respuesta al ascenso de Reform en las urnas y los sondeos de opinión, donde aventaja a los conservadores. «Lo hago porque es lo correcto, lo justo y en lo que creo», afirmó antes de defender el respeto de las normas como uno de los pilares de la cohesión social. «Las reglas dan forma a nuestros valores … sin ellas, nos arriesgamos a convertirnos en una isla de extranjeros, no en una nación que progresa al unísono», sostuvo.
La diputada Nadia Whittome, en el ala izquierdista del laborismo, criticó la «retórica anti-inmigrante» de su líder y jefe de gobierno que, según denunció en las redes sociales, es «vergonzosa y peligrosa». «Sugerir que el Reino Unido corre el riesgo de ser una 'isla de extranjeros' debido a la inmigración imita el alarmismo de la extrema derecha», escribió la parlamentaria. Comentarista de medios conservadores coincidieron en que Farage podría haber escrito el discurso de Starmer.
En cambio, las propuestas resultaron extremadamente cortas para el líder de Reform. Farage quiere abolir la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) en el Reino Unido, clausurar hoteles y residencias que alojan solicitantes de asilo y deportar de inmediato a los refugiados que cruzan a Inglaterra en frágiles fuerabordas botadas en las costas de Francia y Bélgica. «Este Gobierno no hará lo necesario para controlar nuestras fronteras. Únicamente Reform UK abandonará el TEDH y deportará migrantes ilegales», censuró en un mensaje publicado en X (antes Twitter).
El primer ministro recordó que la migración neta se «cuadruplicó» entre 2019 y 2023, cuando el libre movimiento de nacionales de la UE se había abolido a consecuencia del Brexit y los conservadores exprimieron un sistema de puntos idóneo, en principio, para captar los mejores talentos mundiales. La realidad se concretó en una brusca caída de la llegada de europeos en busca de trabajo o con plaza asegurada en una escuela de inglés o universitaria frente al auge espectacular de inmigrantes procedentes de India, Pakistán y Nigeria. La Oficina Nacional de Estadísticas estima que la inmigración neta se situó por encima de 900.000 personas en los doce meses hasta junio de 2023 y bajó a 728.000 un año después. «Eso no es control, es caos», denunció Starmer en la presentación de las iniciativas.
Las medidas incluyen la eliminación de visados en el sector de asistencia social, que depende de mano de obra extranjera. Los proveedores de servicios podrán contratar migrantes asentados en el país al tiempo que mejoran la paga y las condiciones laborales con vistas a atraer a la masa de británicos inactivos. En el polo opuesto del rango salarial, se exigirá calificación universitaria, salvo en casos excepcionales de vacantes en industrias cruciales en el plan ministerial de crecimiento económico.
El Gobierno contempla imponer una tasa a las universidades por cada estudiante extranjero y privar a los alumnos de permanecer en el país más de 18 meses a partir de la licenciatura. También quiere prolongar a diez años de residencia el plazo mínimo necesario para solicitar la nacionalidad británica.
La caída de trabajadores extranjeros podría entorpecer el crecimiento y frustrar la ambición laborista en construcción de vivienda y mejora de la Sanidad Pública, entre otras prioridades. Pero Starmer negó este lunes la correlación entre inmigración y crecimiento que sugieren los analistas. «La teoría de que una migración más alta conduce necesariamente a un mayor crecimiento se ha puesto a prueba en los últimos cuatro años. Hemos tenido la mayor migración neta, cuando el anterior Gobierno perdió el control, de hasta casi un millón y un crecimiento estancado. Así que ese vínculo no se sostiene con los datos», rebatió en la conferencia de prensa que siguió su exposición del libro blanco en migración legal.
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