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JAVIER PEÑALBA
Lunes, 31 de agosto 2015, 08:11
Ha transcurrido ya un año y cuatro meses desde el día de la vista. Y todavía no hay sentencia. La saga de los Ibar sigue pendiente de que Tribunal Supremo del estado de Florida dictamine si da una nueva oportunidad a Pablo, condenado a muerte por un triple crimen que, no se cansa de repetir, «nunca cometí». La decisión se espera para antes de que concluya el año. Mientras tanto, Pablo ve pasar las hojas del calendario con una lentitud que desespera. No es para menos: lleva ya casi veintiún años privado de libertad
Los abogados estadounidenses saben por propia experiencia que el alto tribunal del estado tarda aproximadamente un año en resolverse un caso de esta naturaleza. Por ello, esta demora de cuatro meses en hacer público el fallo se interpreta en medios del entorno de la defensa de Pablo de manera positiva. Fuentes próximas al despacho de Benjamin Waxman, actual abogado de Pablo Ibar, opinan que el retraso lleva a sospechar que no existe unanimidad entre los magistrados que componen el tribunal. Es decir, varios de sus integrantes discreparían con la tesis de la Fiscalía, que solicita la confirmación de la pena capital.
«Nosotros hemos hablado muchas veces sobre este tema. Y la conclusión a la que hemos llegado es que nadie sabe nada. Lo único que parece claro es que hasta final de septiembre no se van a producir novedades. Los magistrados están de vacaciones. Es lo único concluyente. Sobre lo otro, respecto a si discrepan, todo son suposiciones», explica Cándido Ibar, padre del joven, desde su residencia de Miami.
Los Ibar saben por experiencia que la demora en hacerse pública una decisión judicial no es precisamente sinónimo de buena noticia. «Antes también estuvimos tres años esperando a que el tribunal, otro diferente a este, se pronunciara y pensábamos lo mismo que ahora, que era bueno. Pero entonces, el resultado no pudo ser peor y rechazaron la celebración de un nuevo juicio. Aquel fue un duro revés. Nosotros, lógicamente, tratamos de apoyarnos en este tipo de razonamientos, pero lo cierto es que nadie sabe nada», señala el padre.
Desde marzo
La familia permanece a la espera de que el Tribunal Supremo de Florida dictamine si, tal como solicitó el abogado, anula la sentencia condenatoria y ordena la celebración de un nuevo juicio. Benjamin Waxman reclamó a los magistrados que subsanasen el «error» que, desde su punto de vista, cometió la corte de Broward County, donde Pablo fue sentenciado a la pena capital tras ser declarado culpable de los tres crímenes. El letrado fundamentó su recurso en la «ineficaz defensa» que Ibar tuvo, así como en la incorrecta valoración que se realizaron de las pruebas que se presentaron.
La familia de Pablo Ibar ha depositado una buena parte de sus esperanzas en este tribunal. Es consciente de que la decisión que pueda adoptar el órgano judicial, aun cuando no es del todo determinante -todavía quedan otras instancias a las que recurrir- , puede suponer un punto de inflexión que les permita confiar en que también espacio para esperanzada en el corredor de la muerte.
Pablo, hijo de Cándido, expelotari puntista de Zestoa y sobrino del legendario boxeador Urtain, permanece privado de libertad desde agosto de 1994. Fue arrestado junto a otra persona, Seth Penalver. A ambos les imputaron el triple crimen que se había perpetrado a finales de junio del mismo año. Las víctimas fueron Casimir Sucharski, dueño de un popular local de alterne de Miami, y dos modelos. Las tres personas fueron abatidas a tiros.
Por estos hechos, Penalver y Pablo fueron juzgados en 1997. El juicio fue declarado nulo, después de que el jurado no llegase a un acuerdo sobre el veredicto. Tres años más tarde, Pablo se enfrentó a una nueva vista, esta vez solo, sin Penalver. El 24 de junio de aquel año fue declarado culpable. La condena de muerte dejó conmocionada a la familia.
El maldito vídeo
Un vídeo constituyó entonces la principal prueba de cargo contra Ibar. Se trata de una grabación de baja calidad realizada desde una cámara de seguridad oculta en el salón del chalet donde fueron hallados los tres cadáveres. De estas imágenes, la Policía obtuvo la fotografía de un individuo que guarda cierto parecido con Ibar. Pablo siempre ha negado su implicación en los hechos.
Desde que se hizo pública la condena, Ibar ha formalizado tres recursos. Dos han sido rechazados. El primero fue representado por el letrado Peter Raben, quien había logrado la exculpación del español Joaquín José Martínez, que asimismo había sido sentenciado a la pena capital en Estados Unidos.
La apelación de Raben fue, sin embargo, desestimada. El fallo constituyó un tremendo golpe, uno más, para las aspiraciones de los Ibar, máxime cuando sólo unos meses antes, la misma instancia judicial había ordenado la repetición del juicio para Seth Penalver, que actualmente se halla en libertad tras quedar absuelto por falta de pruebas.
En la segunda de las apelaciones, esta vez defendido por su actual letrado, Pablo, siguiendo el camino que Penalver había abierto, pidió también que se celebrara una nueva vista. Sustentó su reclamación en que sus derechos constitucionales no fueron respetados en el juicio en el que fue condenado a muerte. Mantuvo que no disfrutó de una asistencia letrada efectiva y añadió que la principal prueba de cargo, la foto obtenida de la grabación del vídeo, no era suficiente para condenarle, máxime cuando ninguna de las huellas ni el ADN recogidos en el escenario del crimen coincidían con las suyas.
Las pruebas de Penalver
Pero este argumento, por muy sólido que parezca, tampoco prosperó y en el año 2012 la justicia rechazó de nuevo la petición. Un nuevo mazazo.
Sin embargo, ni la familia ni tampoco Pablo se rindieron y al día siguiente de conocer esta decisión, su abogado se puso manos a la obra en el nuevo recurso que ahora el Tribunal Supremo de Florida debe resolver.
Cándido Ibar no acierta a comprender por qué a Seth Penalver, a quien imputaron el mismo delito que atribuyeron a Pablo, le dieron la oportunidad de un segundo juicio. «No se puede comprender. La acusación sostuvo que ambos accedieron a la vivienda en la que se cometieron los delitos. Cómo puede ser que las pruebas que la defensa de Penalver ha presentado hayan servido para exculparle y las mismas no sirvan para Pablo cuando la Fiscalía dice que los dos fueron los autores. ¿Alguien me lo puede explicar? Yo pienso que el Tribunal Supremo de Florida ha de tener en cuenta lo que ha sucedido con Penalver», afirma Cándido.
Y mientras llega en pronunciamiento, Pablo continua en el penal de Raiford, en Starke, al norte de Florida.
«Le visitó periódicamente. Le veo entero, pero se percibe que está agotado y a veces nervioso. Es que lleva veintiún años en prisión. Pablo también piensa que este retraso igual nos viene bien. Yo no tengo tanta confianza. Ojalá me equivoque», concluye el padre.
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