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El sindicalismo de confrontación de ELA ha extendido en público y en privado sus críticas a Euskal Herria Bildu y a Elkarrekin Podemos ... por su tibieza en contra del actual modelo económico y, en concreto, por su falta de contundencia en la negociación de los Presupuestos vascos y en el asunto de los fondos europeos. Hasta el momento, ELA había centrado su estrategia en la deslegitimación de las políticas neoliberales del Gobierno Vasco y había puesto el foco en sus reproches en el PNV y, en concreto, en el papel del lehendakari Iñigo Urkullu. El discurso de confrontación, de hecho, solivianta de forma considerable en la ejecutiva jeltzale, que considera que el sindicato desde hace tiempo ha entrado en el terreno de la confrontación política sin tener la legitimidad suficiente de haber pasado por la criba de las urnas y presentarse a las elecciones. ELA ha puesto el foco de la crítica frontal en el Ejecutivo Urkullu y se ha convertido en este momento en una verdadero expresión de la oposición social al Gobierno.
Sin embargo, en las últimas semanas el objetivo de las contestación de ELA y de su sindicalismo de confrontación ya no son solo los jeltzales o los sindicatos Comisiones Obreras y UGT por su implicación en los foros de diálogo social. ELA ha extendido algunos de estos reproches, aunque en un tono bastante más contenido, a Euskal Herria Bildu y a Elkarrekin Podemos por su excesivo tacticismo y por la tibieza de posiciones en contra del actual modelo socieconómico reflejado, en concreto, en la negociación de los Presupuestos tanto en la Comunidad Autónoma Vasca como en Navarra y en el Congreso de Madrid. En el primer caso, a pesar de que tanto EH Bildu como Elkarrekin Podemos han terminado por presentar sus respectivas enmiendas a la totalidad del proyecto presupuestario del Gobierno Vasco, ELA considera que los movimientos previos de negociación no sirvieron para realizar un diagnóstico correcto de la situación ni de las terapias necesarias para cambiar de base el modelo económico y precipitar un cambio de rumbo en la gestión de los servicios públicos, en especial en una coyuntura tan excepcional marcada por la pandemia.
De hecho, a pesar de conocer sus respectivas enmiendas a la totalidad, y en una reciente entrevista en Radio Euskadi, el secretario general de ELA, Mitxel Lakuntza, echaba en falta «una crítica frontal» de EH Bildu y de Podemos a las cuentas públicas vascas, lamentaba que existiera «una ceremonia de la confusión donde no parece que son tantas las diferencias entre la izquierda y el Gobierno ante unas cuentas insuficientes», y advertía la existencia de «un complejo por rechazarlas abiertamente». En su opinión, «el antagonismo político es una parte necesaria y esencial de la democracia».
El segundo frente que provoca el conflicto es la gestión de la tramitación de los fondos europeos. ELA ha mostrado su abierta discrepancia con el apoyo a la convalidación del decreto-ley en el Congreso, que salió adelante en última instancia con el apoyo del PNV y EH Bildu y la abstención de Vox. ELA esgrime un discurso muy crítico al Fondo de Reconstrucción y Resiliencia de la Unión Europea por entender que refleja una dinámica que solo beneficia a las empresas mutinacionales y que no rompe la dinámica del sistema capitalista fraguado por la aplicación de políticas neoliberales desde la crisis económica de 2008 y la puesta en marcha de una estrategia de austeridad desde Bruselas con el beneplácito del establishment político y económico.
El movimiento de ELA hay que encuadrarlo, en todo caso, en la línea adoptada por su último congreso nacional, que pone de relieve la necesidad de activar una estrategia social soberanista que haga frente a la «involución antidemocrática, a la degeneración de nuestro autogobierno y a la persecución del sindicalismo combativo. Y que haga frente a la 'ideología del consenso' ante la «quiebra definitiva del pacto estatutario y del principio de bilateralidad». En ese sentido, la citada ponencia ite que el acuerdo «interclasista» por el que las fuerzas soberanistas deben recorrer un camino común con independencia del modelo social que defiendan «debe quedar definitivamente aparcada». El sindicato, de hecho, reconoce que esta premisa genera inquietud «en una parte importante del universo abertzale».
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