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Todos los ojos estaban puestos este viernes sobre Imanol Pradales. Después de una semana convulsa, con un cruce de reproches de alto voltaje entre el ... PNV y el PSE a cuenta de las políticas migratorias, el lehendakari ha sido interpelado en el Parlamento Vasco en varias ocasiones por los grupos de la oposición sobre esta delicada materia que ha hecho tambalear los cimientos de la coalición que jeltzales y socialistas mantienen en las principales instituciones vascas.
El jefe del Gobierno Vasco ya rebajó ayer el suflé -hoy mismo lo han querido hacer también los líderes del PNV y PSE, Aitor Esteban y Eneko Andueza, al dar por zanjada la polémica- tras una semana polémica en la que dirigentes del PNV y del PSE han protagonizado una auténtica guerra dialéctica que ha sometido a la entente gubernamental a una tensión inédita. Y quiso zanjar de raíz la crisis con sus socios de Gobierno para no poner en riesgo la estabilidad de la legislatura. Pradales, de hecho, calificó de «catarro» las diferencias públicas que ambas formaciones han mostrado y defendió la «buena salud» de la que goza el binomio PNV-PSE.
Sin embargo, los partidos de la oposición han visto un filón para cuestionar a los socios de Gobierno y no han dudado en aprovechar el pleno de control de este viernes para interpelar directamente al lehendakari sobre su posición en materia migratoria después de que cuestionase «qué tipo de migración necesitamos y qué tipo de migración es la que estamos recibiendo». Palabras que desataron la tormenta, al entender los socialistas que el lehendakari hizo una distinción entre inmigrantes, entre personas cualificadas y las que no lo son.
EH Bildu, PP, Sumar y Vox. No ha habido grupo de la oposición que no haya hecho mención a la mediática polémica en torno a la inmigración. Y Pradales, que no ha entrado a justificar esta vez la relación con los socialistas vascos, se ha limitado a defender su posición sobre la política migratoria. Y de nuevo, tal y como hizo ayer durante su intervención en un acto en Vitoria, ha puesto como guía a seguir el Pacto Social Vasco para la Migración que el pasado 3 de abril se ratificó en el Parlamento Vasco con el 88% de apoyo. Un pacto que busca garantizar, ha dicho, «una migración ordenada, segura y regular basada en los principios de la defensa de los derechos humanos, la cohesión social y la integración».
Pradales ha insistido en que la migración «es un reto, una necesidad y una oportunidad para Euskadi» y que, sobre todo, «es ya una realidad que la sociedad vasca tiene y que debemos atender y gestionar». De ahí que haya reivindicado la necesidad de que se aborde este reto con «seriedad» y «responsabilidad» para adoptar las medidas que sean necesarias. «No vale mirar para otro lado; la obligación de este gobierno es atender y gestionar este tema, anticipar las necesidades y prepararnos para los retos de futuro», ha manifestado.
De hecho, el jefe del Gobierno Vasco ha reiterado que la migración es un «factor decisivo» en los retos que afronta Euskadi; que el Gobierno central y europeo «no tienen un plan estructural de migración» y que es necesario que se desarrolle una herramienta de este tipo; y que en los últimos cinco años han llegado a Euskadi 75.000 personas migrantes.
Tras las críticas de la oposición, Pradales ha reivindicado que «los valores fundamentales y la dignidad de las personas tienen que ponerse en el centro». «Es simprescindible el humanismo, poner a la persona en el centro y, por otra parte, mirar la realidad a la cara, asumir responsabilidades sin ponerse vendas en los ojos», ha continuado en una de sus muchas intervenciones sobre esta cuestión en el Parlamento Vasco, donde ha defendido que «necesitamos y vamos a seguir necesitando personas autóctonas o migradas con todo tipo de perfiles y niveles de cualificación que estén dispuestas a trabajar en este país». «Así nos lo demanda el tejido productivo vasco, debemos darle una respuesta integral y lo tenemos así recogido en el programa de Gobierno y por eso estamos actuando de esta manera desde un magnífico servicio que es el Servicio Público Vasco Lanbide», ha explicado Pradales.
Por todo ello, el lehendakari ha reivindicado una política migratoria «corresponsable y humanitaria» frente a los discursos, ha denunciado, «xenófobos y populistas» de Vox tras la intervención de la parlamentaria de la extrema derecha, Amaia Martínez, que ha abierto el debate sobre «el modelo de inmigración que necesita» Euskadi. «Puertas abiertas para quienes lleguen con los permisos necesarios y con la intención manifiesta de trabajar. Billete de vuelta para quienes delinquen y crean inseguridad», ha sentenciado.
No ha sido, sin embargo, la única que ha hecho alusión a esta polémica semana. La dirigente de EH Bildu Nerea Kortajarena se ha referido más al choque de trenes entre los socios de Gobierno y ha asegurado que «es algo más que un catarro» lo que ha sucedido entre el PNV y el PSE. A su juicio, «es el ejemplo de un gobierno que se desgobierna». «Resulta difícil seguirles, pero lo que realmente resulta imposible es imaginar qué proyecto común puede tener un gobierno que en cuestiones absolutamente estratégicas tiene unas desavenencias que son notorias y, además, son de carácter público», ha lamentado la portavoz de la coalición soberanista, que ha considerado que los desacuerdos mostrados entre jeltzales y socialistas «condicionan las políticas que se pueden hacer en este país».
Por su parte, el presidente del PP vasco, Javier de Andrés, ha interpelado directamente al lehendakari sobre las políticas de integración laborales. Y ha asegurado que «la tasa de desempleo de inmigrantes cuadruplica a la de los ciudadanos vascos que residen con nacionalidad española en Euskadi». «Cada vez hay más gente que rechaza un empleo y sigue cobrando la RGI», ha dicho. «Su integración es imposible si siguen cobrando una renta vitalicia», ha continuado el dirigente popular, que ha acusado a Pradales de «tapar» esta situación «para intentar salvar la relación con su socios de gobierno».
Jon Hernández, parlamentario de Sumar, ha recordado las palabras de Pradales -«qué inmigración necesita Euskadi y cuál es la que llega; tenemos que ver qué necesidades tiene nuestra sociedad y nuestra economía»- para asegurar que es «una visión tremendamente utilitarista de las personas migrantes que abre la puerta a los discursos de quienes entienden que hay migrantes buenos y migrantes malos, o de primera y de segunda categoría». «Abrir la puerta a esos discursos es muy peligroso, revienta un consenso social en torno a los derechos humanos y que Euskadi sea una tierra de acogida para todas las personas, para todas las personas migrantes también», ha advertido Hernández. «Las personas migrantes no pueden tratarse como mera mano de obra», ha denunciado.
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