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«Romper el silencio y aceptarse a uno mismo es el primer paso para recuperar el control». Esa fue una de las lecciones que dejó ... la charla sobre el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) celebrada ayer por la tarde en Lugaritz Kultur Etxea, donde no quedó ni una de sus 240 butacas libres. Organizado por Agifes, el encuentro reunió al exfutbolista y cómico Zuhaitz Gurrutxaga y a la psicóloga Nekane Azuabarrena, en una conversación que combinó experiencia personal, conocimiento clínico y un mensaje de esperanza: el TOC se puede manejar, y pedir ayuda es el principio del camino.
Gurrutxaga compartió cómo convive desde hace más de dos décadas con el TOC, un trastorno que, como explicó, no siempre se manifiesta con el estereotipo de «manías» o rituales extraños, sino con una ansiedad persistente, obsesiva y catastrófica. «La diferencia está en quién controla a quién: que el TOC me controle a mí o yo a él», resumió. Para él, entender el TOC ha sido clave. «Es como estudiar a un rival en el fútbol: cuanto más lo conoces, más fuerte te haces frente a él».
El extxuri-urdin describió cómo su cerebro puede disparar una respuesta de pánico ante un gesto tan cotidiano como tocar un vaso que ha podido tocar alguien antes. «Es como si viera un león. Para mí, el peligro no es real, pero el cuerpo reacciona igual». A partir de esa ansiedad, se desencadena un círculo que muchos presentes reconocieron: obsesión, ansiedad, compulsión, alivio... «hasta que el alivio dura menos y la compulsión crece».
La psicóloga Nekane Azuabarrena explicó que el ciclo del TOC «se retroalimenta: la compulsión calma la ansiedad a corto plazo, pero refuerza el miedo. La terapia busca romper esa rueda, entender que el 'peligro' no es real y aprender a tolerar la ansiedad sin caer en los rituales». Azuabarrena subrayó que el sufrimiento que genera este trastorno no se ve, pero es profundo: «Vivir con esa ansiedad constante es un infierno. Por eso es crucial hablarlo sin tabúes: el TOC no es un capricho, es un trastorno serio que requiere atención profesional».
Ambos destacaron la importancia de pedir ayuda sin vergüenza. «El TOC no se cura solo, ni con fuerza de voluntad. Pero con terapia, exposición, y a veces medicación, se puede aprender a vivir con él y recuperar el control», explicó Gurrutxaga, quien durante años ocultó su problema mintiendo sobre sus rituales. «Llegué a decir a mi madre que jugaba a pelota a mano en Zubieta para justificar mis manos agrietadas de tanto lavarme. Pero hoy hablo sin vergüenza: el TOC no es culpa tuya».
Durante la charla, el monologuista también relató algunos de los momentos que activaron o intensificaron su TOC: un episodio de ansiedad tras consumir marihuana un verano a los 23 años, cuando jugaba en la Real Sociedad, y un robo en su casa, que desencadenó compulsiones de verificación. «El TOC siempre es catastrófico. No era miedo a perder cosas, era miedo a que muriera alguien por mi culpa». Frente a esta carga de culpa y temor, explicó que el verdadero reto no es eliminar la ansiedad, sino aprender a convivir con ella. «Lo más difícil es no ceder a la compulsión. Sabes que si te lavas las manos te sentirás mejor en el momento, pero eso alimenta al TOC. Cada vez que resistes, lo haces más pequeño».
En ese sentido, la terapia de exposición fue otro punto clave. Gurrutxaga contó que llegó a no ducharse durante ocho días como parte de su proceso terapéutico. «A veces hay que ir al extremo para volver al centro». La exposición, explicó, consiste en arriesgarse a vivir con una pequeña dosis de incertidumbre. «El TOC es como vivir con un paraguas siempre abierto. Aunque solo haya un 2% de posibilidades de lluvia, actúas como si hubiera un 98%. Hay aprender a aceptar y convivir con ese pequeño riesgo y no dejar que condicione tu vida».
También se abordó el papel del entorno. «Acompañar no es validar los miedos del TOC. Es decir: 'Estoy contigo, pero no voy a reforzar tu compulsión'. Esa es la manera de ayudar sin agravar el problema», aclaró Azuabarrena. La psicóloga tambien quiso remarcar el compromiso de Agifes de seguir abriendo espacios de escucha. «No hace falta esperar a tener recursos perfectos. Si hay personas con TOC que necesitan un grupo, lo crearemos. Las grandes asociaciones nacieron así: de personas que decidieron actuar», aseguró.
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Zuhaitz cerró la charla con un mensaje directo: «Si te sientes identificado, escribe a Agifes. No esperemos a que otros lo hagan por nosotros. La cura empieza cuando rompemos el silencio». Y Azuabarrena reforzó esta idea asegurando que «la salud mental no es un lujo. Es un derecho. Y se construye entre todos».
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