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Vuelco al caso Januzaj. Si lo de Mbappé ha sido el culebrón del último año en el universo futbolístico, el del belga no le ha ido a la zaga en el entorno realzale con un desenlace que por imprevisto no se puede decir que no sea entendible. Con su renovación acordada y pendiente solo de la firma, al final ha sido el club el que se ha echado atrás y ha dado por finalizada la relación después de cinco años. Así las cosas, no vestirá más la camiseta txuri-urdin una vez que su contrato expire el 30 de junio.
Para entender lo que ha pasado habría que ver la historia en su conjunto y remontarse a hace más de un año cuando la Real Sociedad inició los os para su continuidad. En Zubieta siempre han reconocido su enorme talento y han apostado por el jugador, incluso cuando los números no le acompañaban. Pero entonces Adnan Januzaj no veía clara la opción de renovar porque había vivido un curso a la sombra de Portu y se había quedado fuera de la final de La Cartuja por decisión técnica, ya que no llegó a pisar el campo. Esa noche fue el realista más triste porque supuso una enorme decepción no ser partícipe de esa fiesta en el césped. No iba a comprometerse a seguir en Donostia sin saber si iba a desempeñar un papel protagonista.
Arranca enchufado el curso. Después del verano llegó con el colmillo afilado a la pretemporada y se apreció un cambio de actitud que le abrió la puerta a la titularidad. Su calidad por fin se traducía en rendimiento y la falta de puntería de Portu hizo que le adelantase en la lucha por el extremo derecho. En Europa, principalmente, fue el realista más destacado con un gran debut en Eindhoven, en el que anotó un gol, dos partidos sobresalientes contra el Mónaco, con asistencias en ambos, y una participación importante ante el Sturm Graz tanto allí como aquí. En Liga destapó el tarro de las esencias fuera de casa, donde contaba con más espacios, en las visitas a Osasuna y el Espanyol. Era el jugador por el que siempre había suspirado la Real desde que lo firmó en 2017 del Manchester United por 7 millones de euros.
Principio de acuerdo en enero. En los despachos la actividad para asegurar su continuidad se aceleró respaldada, sobre todo, por el excelente comportamiento del jugador. En noviembre Aperribay se sentó en Mónaco con Mino Raiola, su representante, para presentarle las condiciones de su renovación. El futbolista, que siempre ha tenido como prioridad seguir en Donostia, les dio el visto bueno y así fue comunicado por su entorno al club a mediados de febrero.
Por encima de asuntos económicos, sentirse protagonista dentro del equipo y recibir el calor de la afición le hizo dar el paso para seguir tres años más. Que su cláusula siguiera instalada en 50 millones era un asunto secundario para las dos partes porque había la suficiente confianza entre ambos como para resolverla por una cantidad menor en caso de que en el futuro se le presentase una gran oportunidad en su carrera.
Sin embargo, con todo apalabrado, el acuerdo se retrasó tres meses hasta que se plasmó en un contrato. Por un lado, la enfermedad de Mino Raiola no ayudó a que la renovación se agilizase y, por otro, su entorno le recomendó que se pensase con calma la decisión porque siempre ha entendido que tenía condiciones para jugar en equipos con más aspiraciones. Pero el jugador quería seguir en la Real.
Así que hace un mes se cerró el acuerdo para su continuidad hasta 2025 y se redactaron los documentos a la espera de la firma definitiva, que quedó agendada para el lunes 9 de mayo después del partido contra el Levante. Pero en lo deportivo algo había cambiado para entonces, y es que el jugador había perdido protagonismo dentro del equipo en las últimas semanas.
Pérdida de peso en el equipo. Con la lesión de Oyarzabal el 17 de marzo Imanol varió su dibujo para afrontar la situación y Januzaj comenzó a pasar por el banquillo más de lo habitual. En las nueve últimas jornadas solo ha sido titular ante el Barcelona y el Cádiz en Anoeta. En Vallecas jugó la segunda parte y contra Elche, Betis y Atlético no llegó a la media hora, jugando solo los minutos finales en las visitas al Levante y Villarreal.
Con Oyarzabal, Barrenetxea y Carlos Fernández lesionados y serios problemas para hacer gol arriba, el belga había pasado de indiscutible a suplente. Imanol, que en estos últimos años le había mandado varios recados ante la prensa, dejó de confiar en él. Bien porque no le convencía su actitud en los entrenamientos o porque consideró que necesitaba de futbolistas con otros perfiles para jugar en 1-4-4-2 con rombo. Y el tiempo le ha dado la razón porque el equipo ha logrado su propósito de meterse en la Europa League por tercer año consecutivo.
Marcha atrás del club. Llegados a este punto, pasó la fecha fijada para la firma de la renovación y la situación comenzó a tomar un cariz preocupante que se ha convertido en un camino sin retorno. Ya no se trataba de que el jugador tuviese dudas para seguir sino que ahora era el club el que no estaba convencido de la conveniencia de firmarle por tres años más después de los cinco que ya llevaba en San Sebastián. En realidad, siempre había sido más una cuestión de creer en lo que podía dar en el futuro por su talento que un reconocimiento por lo que había dado anteriormente, y la cuerda ha terminado por romperse.
El mensaje lanzado desde el club en los últimos tiempos de la cultura del esfuerzo y de ser los mejores de lunes a viernes choca frontalmente con un artista como el belga que depende más de su inspiración que de su trabajo. Los genios siempre han sido así, por eso no dejan indiferentes a nadie. Pero esta Real de pico y pala ha considerado a última hora que necesita de otro tipo de mimbres más acordes con lo que exige un fútbol moderno muy físico y de recorridos a alta intensidad para perfilar su proyecto de futuro.
Hace un año ya abrió la puerta a Willian José, otro futbolista talentoso pero al que le costaba seguir el ritmo diario de sus compañeros en Zubieta, y ahora ha hecho lo propio con Januzaj. Por el brasileño recibió en torno a 10 millones, siete por el traspaso, millón y medio por la cesión, más otro tanto por el ahorro de su ficha en la temporada 21/22, y en el caso del belga podrá destinar lo que iba a cobrar hasta 2025 a maniobrar en otra dirección ahora que tiene todo el verano por delante.
Sin duda es una decisión controvertida, porque se trataba de un jugador querido por la afición, pero a la vez valiente que demuestra la convicción que tiene la dirección de fútbol y el entrenador en el camino que hay que recorrer en el futuro.
El salto que ha dado la Real en los tres últimos años ha venido de la mano del esfuerzo y del compromiso y creen que pueden encontrar en el mercado jugadores que les ofrezcan más rendimiento. Seguro que no tan talentosos ni con una zurda exquisita pero con una suma global más alta en sus prestaciones. El tiempo dictará sentencia pero hasta entonces lo que toca es despedir a Januzaj después de cinco años.
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