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En el fútbol, como en la vida, también hay modas. Y los futbolistas sucumben a ellas para enganchar con los aficionados, por mera diversión o por una cuestión de marketing. Las tiras nasales, las botas sin cordones o de todos los colores, las tobilleras por fuera, las cabelleras oxigenadas o los bailes, danzas rituales o gestos espasmódicos para celebrar los goles son los precursores de los aparatosos vendajes en las muñecas que tanto se estilan en la actualidad. Los que han marcado tendencia han sido los cracks del Barça y, por la entidad e identidad de sus portadores y los comentarios o polémicas que han suscitado, el fenómeno se ha extendido como la pólvora. Y ha llegado hasta la Real Sociedad, aunque en este caso ha sido por una cuestión de mera casualidad y de causalidad. En la escuadra txuri-urdin no se trata ni de seguir una moda pasajera, ni de una superstición ni, lógicamente, de nada más extraño y denunciable.
En el encuentro ante el Atlético de Madrid hubo dos titulares que protegieron sus muñecas con vendajes al más puro estilo Raphinha o Lamine Yamal. Se trataba de Martin Zubimendi, que ya lució la misma protección en la articulación en el derbi ante el Athletic, y de Pablo Marín. Pero en su caso, como confirman fuentes conocedoras del caso en la Real, es por estricta necesidad. El motivo estriba en los golpes y torceduras que habían sufrido en partidos precedentes en esa zona, que les aconsejaban jugar con esos vendajes. No molesta para la práctica del fútbol.
Esa imagen que ofrecieron los dos realistas con la muñeca cubierta por una inmolización se dio unas horas antes de una curiosa escenificación de Raphinha a la hora de celebrar sus dos goles ante el Real Madrid. El brasileño, tras su retahíla habitual de gestos ante la cámara, tanto de pie como rodilla en tierra, se señaló con el dedo índice la muñequera azul que lucía en una de sus articulaciones. Lo hacía con una sonrisa socarrona, como riéndose de los que quisieron ver que esa protección ocultaba algo prohibido, una ayuda vía venosa.
Eso es lo que denunció públicamente un exmédico del Real Madrid, postura reprobada posteriormente por otros muchos galenos, que consideran que esta tendencia tiene su base en la superstición. Entienden que se debe a que alguno de estos futbolistas portó un vendaje porque realmente tuvo un problema y le fue tan bien, que no quiso desprenderse de él para no gafarse a sí mismo en los siguientes encuentros.
A los realistas que lo han utilizado no les ha ido nada bien en los últimos partidos. Por lo tanto, si mantienen el vendaje en el encuentro ante el Celta y los venideros es porque conservan las molestias en esa zona. Y si son supersticiosos, harán lo que sea por no llevarlo.
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